2 años.

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— ¿De verdad debo de hacerlo, Odasaku? —Preguntó el kitsune.

— Debes de... No quiero que tu cordura y tus poderes se descontrolen.

— Pero tú sabes lo que pasó hace 600 años... —Susurró abrazándose a sí mismo.— No sé si esté listo...

— Yo estaré aquí, cualquier cosa que necesites, voy a estar vigilandote.

Las orejas del kitsune se erizaron en respuesta, asintiendo con la cabeza y abrazando a su mejor amigo.

— Buscaré una esposa entonces... Pero... ¿Y si no la encuentro? ¿Qué pasa si me vuelven a lastimar?

— No pasará, la encontrarás...

• • •

Existe algo entre los youkai kitsune llamado matrimonio.
Para los humanos, era algo especial en donde unes un vínculo con la persona que amas y prometes pasar el resto de tu vida junto a ella.

Pero para los kitsune, era algo necesario y muy diferente. El tener una persona con quien compartir su vida eterna y sus poderes, ayudaba a que estos se mantengan conscientes de sí mismos y no entren en la locura, algo que si no se hace a tiempo, podía ser caótico para el resto de kitsune y la propia humanidad, no tiene porque haber amor, mientras el humano diga que sí, y sellen su promesa, estarán casados.

Dazai Osamu, se encontraba buscando aquel humano necesario para poder mantenerse cuerdo... Con sus poderes a raya... Una esposa con quien compartir su vida. Quizá podría incluso no ser tan malo tenerla ¿Y si quizá le daba sus razones de vivir? ¿Quizá algo por lo que mantenerse en este mundo? Aunque también lo dudaba ¿De verdad alguien como él merecía la felicidad de tener una esposa? Nadie sería capaz de amarlo, la esposa que consiga... ¿De verdad valdrá la pena pasar toda la eternidad junto a ella? Lo dudaba.

Mientras seguía caminando por las afueras del bosque, aún temeroso de que se repita aquello de hace años, miró una figura pequeña a lo lejos sobre una manta, completamente sola.

"¿Un conejo?"

Se preguntó Dazai en su mente, relamiéndose los labios, no había comido en un rato, y ya tenía hambre, se acercó sigilosamente para no asustar al animal, aunque cuando saltó para atacar, no esperaba encontrarse de repente con un pequeño pelirrojo de ojos azules en lugar de un conejo, un bebé de dos años, con un pequeño peluche bajo el sol.

Dazai se confundió ¿Por qué en primera dejarían un mini humano a la mitad de la nada? El mundo estaba lleno de peligros, y aunque normalmente se alejaría, algo en él hizo que quisiera quedarse, un instinto de protección se formó en él, algo que nunca había ocurrido.

No sabía qué pensaba cuando se sentó a su lado en silencio, el pequeño al notar su presencia lo miró expectante, y de inmediato estiró sus manos hacia él, claramente curioso, haciendo que Dazai se confundiera.

— No luces igual a los humanos que conozco ¿Qué eres?

— Bababa.~

Balbuceó el pequeño hasta que miró atrás del youkai, unas nueve colas estaban majestuosamente posadas de manera tranquila detrás del kitsune, unas colas que nada más el pequeño vió, se abalanzó sobre ellas abrazándolas, haciendo que Dazai se sobresaltara y levantara la cola que el pequeño niño sostenía, notando la fuerza con la que se aferraba para quedar prácticamente colgando de esta.

— ¡Oye no puedes agarrar las colas de los kitsune así! ¡Es grosero! ¡Más respeto! ¡Humano!

El pequeño niño pelirrojo solo soltó risitas, frotándose contra la suave cola del kitsune, totalmente encaprichado por esta e ignorando todos los gritos.
Dazai hizo un puchero y tomó al pequeño de un pie sin ningún tipo de cuidado, alejándolo de su cola y mirándolo fijamente.

¡No seré tu esposa! | SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora