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Conde Tavella, como lo habían nombrado.

Aquel hombre de buena riqueza pero que era inusual verlo caminando por las calles del pueblo, y la mayor de las observaciones, era en las noches, vestido de forma elegante, como si fuese a alguna reunión de los altos mandos.

Era poca la gente que tenía la suerte de toparse con el, los pocos lo descubrían como una persona normal; de alta estatura, barba y bigote no tan notorios, cabello rizado, cuerpo relleno, traía consigo unos lentes y parecía tener entre unos 24 o 27. Aunque, al acercarse demasiado a aquel sujeto sujeto podían sentir unas vibras extrañas a su alrededor, unos decían que pudieron ver cómo sus ojos eran de un color rojo rubí; brillantes, como si costarán una fortuna

La demás gente del pueblo solamente lo consideraban tan solo un rumor y tomaban por los a aquellas personas que hablaban sobre el, y entre aquella muchedumbre ignorante se encontraba Roberto musso, un hombre de 23 años, el cuál solo consideraba a aquel sujeto una leyenda urbana que se habían sacado del orto.

Musso se dedicaba a la música, en lo cual traía altibajos, aunque su familia le dijese que se dedicará a otra cosa, nunca perdió la pasión a su trabajo. El tocaban en el centro de aquel pueblo, (que aunque no fuese grande tenía un tamaño considerable) delante de una estatua vieja y podría, pero era de esperarse, ya que vivía en un pueblo podrido donde reinaba la delincuencia, por lo cual solo tocaba de día.

En este momento se encontraba en su hogar, junto a sus demás amigos y hermano; Ricardo Musso, Gustavo Antuña, Álvaro puntos y Santiago Marrero. En una discusión que era normal tener estando todos viviendo en una sola casa.

—Ugh!! De verdad se acabaron toda la comida?!— Exclamo Musso frustrado, dirigiendo su mirada a dónde se encontraba su hermano y demás compañeros. —Ahi se había ido toda mi gita!—

Los demás acompañantes tan solo se mantenían cabizbajos, escuchando el regaño por parte del Musso hacia ellos.

—Ta' pero si fue el imbécil de Topo quien trago como un chancho!— se excusó Ricardo señalando al acusado el cuál lo miraba indignado.

—¡¡Pero si fuiste vos el que se atragantó con los hue- — Gritaba Antuña casi sacándole la cresta al menor de los Mussos.

—Vosotros 4 fueron, la gita apenas y da pa' lo que comemos! Y eso con el dinero de casi todos— Gritaba ahora Roberto, ya harto de la incompetencia de sus amigos. —Sabía que era mala idea venir a vivir todos a este pueblo mierdero!—

—Ta' cálmate Rober, está vez nosotros pondremos la mayor parte de
acuerdo?— Dijo Álvaro de forma tranquila apoyando su mano en el hombro de Musso, el cuál solo se digno a suspirar con resignación.

— De igual forma debo ir a sacar almenos un poco para lo de esta noche—  Hablo el contrario, dirigiéndose a dónde se encontraba su guitarra y posteriormente tomarla en sus manos.

—A vos se te safo un tornillo, ya es de noche Rober! Lo más probable esque te roben hasta la guitarra!— Exclamo Ricardo con obviedad

—Ademas, a estas horas está aquel tipo— Dijo Álvaro preocupado e inquieto.

—Dicen que tiene los ojos rojos, que talvez sea un vampiro— Se entrometió Marrero, este al contrario de Álvaro, hablaba con, se podría decir, emoción y curiosidad.

Roberto dirigió su mirada a aquel par que hablaba sobre el hombre, fulminandolos con esta.

—Esos son solo rumores, es imposible que alguien siquiera exista— Afirmo Roberto dirigiéndose a la puerta principal. — Pero si me apuñalan, vendré a joderles la vida por
la eternidad— Los demás acompañantes solo quedaron en silencio, musso rio por lo bajo por la reacción de los contrarios, saliendo finalmente por la puerta.

Las calles estaban casi vacías, solo habían unas pocas familias por el lugar, aprovecho ello, saco su guitarra y colocó el estuche para que la gente le dejase el dinero allí, y en plena penumbra empezó a cantar, con el instrumental de su guitarra acompañadolo.

Unas cuantas personas se acercaban, dejando propina que apenas y alcanzaba para comprar pan, pero era mejor eso que nada.

Después de un tiempo la gente empezó a desaparecer de las calles,dejandolo en soledad y con un silencio que nunca antes había contemplado, un silencio inquietante y penetrante.

Decidió que era mejor idea volver a su hogar antes que llegara un trasnochado e intentará robarle la plata, y antes que pudiera recoger el dinero y guardar su instrumento un hombre de alta estatura se posicionó frente a el,observándolo fijamente antes de hablar.

—Disculpe—

Aquella voz ajena era gruesa, pero a la vez melodiosa, haciéndola como miel auditiva, aunque la reacción de su cuerpo fue todo antes que dulce, se encontraba rígido.

—S-si?— Todas sus extremidades estaban tensas, al observar las prendas de aquel hombre le hizo acordarse al tipo del cuál hablaban sus amigos; era exactamente igual.

—Usted toca aquí todas las noches?—

—N-no señor, solo de día, ¿Hay a-algun inconveniente?—  Intento sonar lo más pacífico posible, ya que no era buena idea provocar a gente desconocida, lo había aprendido a las malas.

—No, ninguno, me preguntaba si podría tocar una canción más— Hablo el hombre;sonando más como una orden que una pregunta. Este saco de su saco un fajo de billetes, depositándolo en el estuche del más bajo. Esto dejo sin palabras al Musso, pero por claras razones no podía rechazar aquella petición (u orden)

El más bajo solo asintió, y el hombre camino hasta una banca que se encontraba delante de dónde el tocaba, sentándose en esta.

En ese momento Roberto empezó a cantar al compás de su guitarra, forzando su voz a no tartamudear e intentado sonar lo más fluido posible, el sujeto lo observaba a cada palabra que salía de sus labios,lo hacía sentir incómodo,pero debía seguir, tenía miedo que aquel tipo le hiciera algo, así siguió hasta que terminó todos sus versos, quedó con su cabeza cabizbaja, rogándole a cualquier deidad u ser divino que aquel hombre se marchara, más estás no fueron escuchadas, ya que escuchaba las pisadas del hombre acercarse a el, talvez era su karma por ser ateo, así que prometió que si salía vivo iría a orinar en alguna estatua de la Virgen.

Los aplausos y pazos del más alto empezaban a escucharse por el lugar, cada vez más cerca, y cada vez más, hasta que diviso los zapatos del contrario estar pocos centímetros alejados de los suyos, y posteriormente, sintió la mano contraria posicionarse en su mejilla;aquella mano era gruesa y rasposa, cuando un gran contraste entre está y su piel, aún así siguió con su cabeza gacha, tenía miedo de lo que podía ver si miraba su rostro.

—Muy bien, le agradezco— Dijo el más alto, apretando un poco el agarre en su mejilla, tratando de dar a entender que quería que lo mirase, sin más opcion Musso dirigió mirada al rostro del hombre, aún con la cabeza gacha. Un grito se ahogo en sus labios al observar aquellos ojos ajenos;teñidos de un color rojo vivo, resplandecientes, como dos rubis reflejantes. —Me gustaría proponerle algo, le gu- —

—¡Roberto!— Grito Ricardo desde lo lejos, tratando de llamar la atención de su hermano, aunque ya lo estuviese haciendo hace rato, parecía que había estado atrapado en un hechizo al mirar aquellos ojos.

El agarre del hombre desapareció abruptamente, volviendo a tomar distancia entre los dos cuerpos.

Musso sostuvo su guitarra y estuche en manos lo más pronto posible dirigiéndose a su hermanito a paso acelerado.

El antes nombrado sujeto de la mano al mayor, empezando a alejarse del lugar y la presencia del hombre, pero la curiosidad es mas grande que el miedo, y Roberto miro por encima de su hombro por inercia, observando cómo aquel tipo sacudía su mano en forma de despedida hacia el, de una común, como una persona normal.













Ni yo sé que me fume gente 😭

Vampiro AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora