Capitulo 4

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—Ha sido muy divertido —se rió dimitri cuando Yulia lo arropó en su cama—. Has saltado como un cohete.

—Me alegro de que te haya parecido gracioso —repuso.

Sólo deseaba irse a la cama. Sammy y Sasha estaban ya durmiendo. Lo único que lo separaba del anhelado descanso era Dimitri,que parecía muy animado y dispuesto a charlar largo rato.

—madre , ¿crees que los gatos tienen ombligo? —preguntó.

Yulia se enderezó y se quedó mirando a su hijo.

—¿Tienen o no? —repitió el niño.

La mujer se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que pensaba su hijo. Una sospecha cruzó por su mente. Después de la cena, recorrió el zoo familiar, que no había dejado de crecer durante su ausencia. Había un hámster, un periquito, cinco peces tropicales, el ratón Brutus, un lagarto, una serpiente, un murciélago herido que los niños aseguraban estar curando y las famosas Ike y Spike, que resultaron ser un par de tarántulas. Pero no recordaba ningún gato.

—¿Por qué lo quieres saber? —preguntó—. No tenemos uno, ¿verdad?

Dimitri sonrió y negó con la cabeza.

—No. Sólo es curiosidad.

Yula aliviada, comenzó a recoger la ropa tirada por el suelo.

—¿Madre?

—¿Sí?

—¿Tú querías a mamá?

El cambio de tema la cogió desprevenida.

—¿Qué?

—¿Querías a mamá?

—Sí, mucho.

—¿Crees que era bonita?

—Creo que era muy hermosa —repuso Yulia.

Había conocido a nadia en la universidad: una chica con cabello aguamarina de ojos azules, voz suave y buen corazón, tan delicada como una princesa de cuento de hadas. Se enamoró de ella la primera vez que la vio.

—¿Te gustaba estar casada?

—Sí —se inclinó para coger un calcetín. Miró a su alrededor, pero no vio el otro.

—Y eso significa que te gustaría volver a casarte, ¿verdad?

—Tal vez.

Pero no era probable. Yulia no olvidaría nunca lo que sintió después de la muerte de Nadia, como si alguien le hubiera metido una mano por la garganta para arrancarle el corazón. No olvidaría tampoco el miedo, la confusión y la tristeza de los rostros de sus hijos. No tenía intención de volver a sentirse nunca tan vulnerable.

—No es tan fácil, dimi —añadió—. Tendría que conocer a la mujer adecuada y ella tendría que ser muy especial.

Él niño pensó un momento en aquello.

—lena es especial —dijo al fin—. Y también es bonita. ¿A ti no te lo parece?

Yulia recordó el momento de la cena en que le cogió la mano a la joven. La suavidad de su piel, los frágiles huesos de debajo, la delicadeza de sus dedos comparados con los de ella.Recordó también cómo le latió el pulso y el rubor que se extendió por el rostro de ella cuando se miraron.

—¿Y bien? —insistió Dimitri —. ¿No te parece bonita?

—Desde luego. Es hora de dormir —dijo con firmeza.

—Pero no estoy cansado.

—Pues yo sí.

—Vale. Sólo una pregunta más. No te irás en una temporada, ¿verdad?

Operación Mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora