Gloria: una historia de sumisión

Capítulo 3

Tras ver el video, Gloria estuvo llorando por algunos minutos, desconsolada por lo que había visto, por la idea de que su marido estuviera con otra mujer, sin embargo, cuando logró calmarse un poco y pensar las cosas con mayor detenimiento, volvió a ver el video.

Lo que en un principio creyó que había visto tenía algunos matices, por ejemplo, los brazos de Mario se encontraban completamente inmóviles a sus costados, su respiración no parecía estar agitada y su cabeza estaba echada hacia atrás, sin embargo, no parecía moverse ¿Acaso Rubén había drogado a su esposo?

Aquella tarde hizo la comida y luego fue por su hijo a la escuela, lo que en un principio había sido un fuerte impacto, cuando creyó que su marido la había engañado, se transformó en un coraje reprimido, pues entendió que Rubén era el verdadero responsable de lo que pasó con su marido. Lo cual quedó confirmado poco después cuando su teléfono sonó, avisándole que tenía un mensaje nuevo.

Hola Gloria, espero que hayas disfrutado el video que te envié. Tu marido acaba de irse a casa hace algunos minutos, después de que le mostré el mismo video; no recuerda nada y no lo culpo, con tantas drogas en su sistema sería una sorpresa que lo recordara, pero debes saber que todo esto fue tu culpa. Después de un par de tragos y algunas sustancias que no supo que estaba ingiriendo, Mario me contó lo que pasó ayer por la noche, pero me dijo que se vino dentro de ti y no en tu boca, bien, pues esa desobediencia lo hizo acreedor a pasar una deliciosa tarde con Ana, aunque él no lo recuerda, pero tengo un video un poco más extenso, si quieres podemos verlo cuando vengas de nuevo. Espero que tu desobediencia no se repita de nuevo o la próxima voy a agregar en su copa algunos dulces que lo van a poner como loco y va a ser plenamente consciente de todo lo que haga con Ana. Te dejaré descansar este fin de semana, pero te espero el siguiente viernes, dentro de una semana exactamente, supongo que será tiempo suficiente como para que compres la lencería, los juguetes, te pongas el implante y te tragues todo el semen que le salga de los huevos a tu marido. No se como van a arreglar asunto del video y no me importa, pero si el lunes veo que llega al trabajo triste o molesto, me vas a obligar a tener que buscar la forma de hacerlo sonreír. No lo olvides, eres mía.

Gloria se sentía furiosa, no solamente la tenia en sus manos sino que ahora usaría a su esposo para obligarla hacer lo que quisiera con ella, pero ¿Acaso tenía alguna otra opción? No podría decirle a Mario lo que pasó pues probablemente volvería a caer en el abismo del cual acababa de salir, si trataba de hacer algo en contra de Rubén seguramente enseñaría a Mario el video que tomó cuando ella le rogaba que la penetrara, eso sería mucho peor para su matrimonio.

Gloria llegó al a conclusión de que no había mucho más que pudiera hacer, al menos por ahora, así que se resignó a obedecer las órdenes de Rubén, a pesar de lo humillada que se sentía al estar controlada por ese hombre; no obstante, aún no sabía muy bien como actuar con su marido.

Un par de horas después del mensaje de Rubén, y mientras Gloria lavaba los trastes, la puerta se abrió y escuchó entrar a Mario, caminaba arrastrando los pies. Gloria sintió cómo su corazón comenzó a latir muy rápido, así que respiró profundamente un par veces, cerró los ojos mientras lo hacía, enjuagó los último trastes y cerró la llave del grifo, se secó las manos y salió de la cocina, con una sonrisa que solamente un experto podría haber notado que era falsa y que en realidad le ayudaba a encubrir el dolor que sentía por dentro.

- Hola amor ¿Cómo te fue en el trabajo? - dijo Gloria mientras se acercaba a su hombre y le daba un gran beso en los labios. Mario se quedó de piedra al ver aquella reacción, estaba completamente desconcertado, todo el camino de regreso a casa la pasó esperando gritos, lágrimas y recriminaciones de su esposa, sabía que ella había visto el video y Rubén le afirmó que él, Mario, le había pedido que lo grabara y lo mandara a su esposa - siéntate mi vida, dame unos minutos para calentar la comida y ya te sirvo - no entendía cómo Gloria podía tratarlo así después de lo que hizo.