Eric

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Estabamos en su coche, camino a una carrera a las afueras de la ciudad. Yo no quería ir, no me gustaba nada la idea, pero hicimos un trato. Si yo iba con él, el no participaba. Claramente tampoco estaba contenta con ir, eso era todo ilegal y más de una vez salía en las noticias que había habido muertes. Lo hacía por él, quería presentarme a sus amigos, todavía no los conocía.
¿Desde cuando lo conocía? ¿uno? ¿dos meses?
El caso es que no los conocía. No tenía miedo a estar nerviosa, él me había asegurado que eran como él, iban de malos pero eran de la mejor gente. Además, dos días después me iba de viaje con Patri a Nueva York durante un mes y en cinco días era mi cumpleaños, tenía que aprovechar el tiempo que me quedaba con él.
- Si quieres podemos volver.- me dijo cuando paró el coche y vio que estaba inmóvil. Me giré hacia él.
- No, vamos.- me regaló una sonrisa y bajamos del coche.
Una vez fuera, cerró el coche con las llaves, se puso a mi lado y caminó conmigo pasando el brazo por mis hombros.
- Son buena gente.- me besó en la frente. Yo me limité a regalarle una sonrisa sincera.
Cuando llegamos fue como me lo imaginaba, todos llevaban tatuajes y alguno que otro estaba fumando, no le di importancia, no voy contra las drogas, aunque... si me vieran mis padres aquí...
Todos se le lanzaron a Axel encima para saludarlo después me miraron a mi de arriba abajo.
- ¿No nos la presentas?- preguntó el que creo que era su mejor amigo.
- Chicos, esta es Noelia, ellos son Raúl, Marcos, Víctor y mi hermano Maxi.- todos y cada uno de ellos me dieron dos besos, y sí, era su mejor amigo.
- Chicos.- interrumpió Axel.- Voy a saludar a unos colegas de allá, volveré enseguida, cuidadmela.- todos asintieron, me dio un beso y se fue. Yo me sonrojé bastante.
Todos empezaron a preguntarme sobre que estudiaba y cosas sobre mí y ellos me contaban cosas y me hacían reír. De repente todos se pusieron serios y muy tensos.
- ¿Quien tenemos aquí?- escuché una voz detrás de mí, me giré y vi a un tío que no conocía de nada, al parecer los demás si.
- Tío largate.- dijo Maxi apretando los puños y mucho más tenso todavía.
- Bueno bueno, solo venía a deciros que le dierais la enhorabuena a Axel por lo de la apuesta, que todo llega a mis oídos y a la chica se le ve enamorada- me guiñó un ojo- que pena que otra más caiga en sus garras.- se rió.
- No le hagas caso Noelia. -me miraron todos- hemos dicho que te pires, no estés donde sobras.- este hizo una mueca, dio media vuelta y comenzó a alejarse riendo. Me giré y les miré uno a uno, ellos me miraban como intentando pedir perdón.
- ¿Qué... qué apuesta? ¿De qué hablaba ese tío? Y... ¿quién era?- dije nerviosa, la rabia empezaba a crecer en mí junto con la duda de si me había equivocado con Axel, si en realidad no se podía confiar en él. Estaba confusa, y todo el miedo que una vez tuve por si me hacía daño jugando conmigo, volvió multiplicado por mil.
- No te preocupes Noe -dijo uno de ellos, creo que era Raúl.- ese tío nos la tiene jurada porque en una carrera le destrozamos el coche, ahora solo intenta jodernos.
- ¿Pero... pero... es verdad lo que ha dicho?- lágrimas empezaron a caer por mi cara.
-¿Lo que ha dicho quién?- apareció Axel abrazandome por detrás. Me separé de él y vio que lloraba - ¿Qué coño acaba de pasar?- venía hacia mí, y yo me alejaba.
- Sabe lo de la apuesta.- dijo Maxi.- ha venido el gilipollas de Eric y lo ha soltado, lo que no se es como lo ha sabido.
- ¡¿Entonces es verdad?! ¡¿Solo soy una apuesta?!- yo lloraba más y más fuerte cada vez. - ¡Llévame a casa Axel!
- ¡Noelia dejame que te explique por favor!- me miraba asustado y triste, también con rabia. Me daba pena, pero me sentía utilizada y engañada y a parte no podía parar de llorar.
- ¡Tú solo llevame a casa!- se calló y asintió. Subimos al coche y yo no podía parar de llorar y mirar hacia la ventana, para que no me viera así, ni poder verle yo a él. Estaba dolida, había confiado en él, pensaba que era diferente, pensaba que me quería, y todo era una maldita apuesta joder.
Me había vuelto a pasar.
- Noe déjame explicártelo, empezó siendo una apuesta pero me enamoré de ti, de verdad y quise echarme atr...
- ¡Déjame Axel! no lo intentes. Tampoco intentes contactar conmigo en un tiempo, lo necesito. - bajé del coche y me subí al apartamento.

De un portazo cerré la puerta de casa y apoyé mi espalda en ella. No podía dejar de llorar, así que traté de respirar. Cogí el teléfono y llamé a Patri.
- ¡Diiiime tontaa! -se le veía animada, pero enseguida se puso seria al escuchar mi voz.
- ¿Qué haces? ¿Puedes hablar?- dije intentando sonar tranquila.
- Estoy haciendo la maleta tía, dime que te pasa.- mierda la maleta, aun no la había empezado. Yo quise seguir tranquila pero me vine a bajo y ella me escuchó llorar.- Voy para allá.
Colgó el teléfono y me quedé con él unos segundos más en la oreja, notaba las lágrimas recorrer mi cara, no podía pararlas. En menos de diez minutos el timbre sonó, yo sabía que era ella y que por muy fuerte que pareciera delante de ella iba a notar que estaba mal, que había llorado y sabría de quien era la culpa. Me sequé las lágrimas y las contení por un momento. Abrí la puerta y al verme, con los ojos hinchados y rojos se abalanzó sobre mí. Qué decir de los abrazos de mi mejor amiga... son esos que cuando estás depre, triste o mal, cuando te abrazan te hacen llorar más, esos que son para desahogarse. Esos con tanto amor.
- ¿Qué ha pasado cielo?- le conté todo lo que había pasado, con pelos y señales y ella se esperaba en las pausas que me tomaba para secarme las lágrimas o para coger aire porque me costaba y dolía demasiado.- olvida todo esto, en dos días nos vamos a Nueva York e iremos a celebrar tu cumpleaños por ahí, tranquila de verdad, todo se pasará, no te ha dado tiempo a enamorarte.- tenía miedo de eso último, quería creermelo, pero yo sabía que sí estaba enamorada.- vamos a hacer tu maleta.
La noche se pasó rápida, hicimos mi maleta y de vez en cuando le olvidaba, pero todo era demasiado reciente y me venia a bajo enseguida. Se quedó a dormir conmigo, de verdad que no se que haría sin ella.

Narra Axel.
Me sentía impotente.
Estaba en el coche, con las manos en el volante, inmóvil. No sabía que hacer ni donde ir. Debería de haberle dicho eso a Maxi, lo de que me echaba atrás en la apuesta, pero perdí aquella ocasión y no busqué otra para decírselo. Aunque creo que se lo imaginaba. Además, estaba tan bien con Noelia que se me había olvidado por completo. Y ella ya no estaba. Todo era culpa de ese imbécil.
Puse el coche en marcha y me dirigí donde las carreras, sabía que estaría allí, y mis amigos también. Sabía que me preguntarían que había pasado, pero solo pensaba en reventarle la cabeza a ese gilipollas. Mis puños se apretaban al volante del coche, mis músculos se tensaban cada vez más y más y no podía dejar de apretar la mandíbula. La velocidad aumentaba más y más cada vez.
Cuando llegué frené en seco, bajé del coche y lo busqué con la mirada. Vi a mis amigos en corro, donde los había dejado antes, y mas al fondo del lugar estaba él.
Me dirigí hacía allí, mis colegas al verme vinieron en mi dirección corriendo pero en cuanto vieron como me encontraba, fueron parando hasta quedarse inmóviles dejandome paso con la mirada hacia donde se dirigía la mía, sabiendo lo que pensaba hacer, lo que iba a ocurrir. Después, comenzaron a movorse hasta posicionarse detrás de mí, como guardándome la espalda.
Después todo ocurrió muy rápido. Yo estaba encima de Eric, proporcionándole una serie de puñetazos con una fuerza que no se de dónde saqué. Encima de mí mis amigos, estirandome e intentando separaeme de él.
Las lágrimas recorrían mi cara y ya me daba igual que me vieran así, me daba igual dejar de ser un chico respetable, me la sudaba ya todo.
Cuando volví en mi estaba en mi coche, pero yo no conducía, lo hacía Maxi y detrás estaban Marcos, Raúl y Víctor. Había silencio, solo se escuchaba el motor del coche y las ruedas en la carretera.
- Para, estoy bien. Quiero conducir.- dije mirando hacia delante, serio, inmóvil.
- Ahora no puedo parar, estoy en mitad de la carretera tío.
- ¡He dicho que pares, es mi puto coche y lo quiero conducir yo!- dije gritándole y esta vez mirándole a los ojos para que viera que iba en serio. Él bajó la velocidad y paró en mitad de la carretera.
- ¿Vas en serio tío, en mitad?- pregunto Víctor mientras abría la puerta del coche. Miré hacia atrás cabreado.- Tío nosotros no tenemos la culpa de nada e intentamos ayudarte, para eso estamos.- siguió, yo entré al coche pero no lo puse en marcha. Sabía que era verdad, ellos eran como mis hermanos y solo querían ayudarme, y lo único que hacia era despreciarles.
Después de pedirles perdón fuimos al polígono en el que siempre estábamos, en el que la conocí. Nos sentamos en el sitio de siempre, una nave abandonada en la que le faltaba una de las paredes. Se veía el exterior, el cielo con todas las estrellas, me recordaban a ella.
- ¿ Y qué vas a hacer?- preguntó uno de ellos, la verdad no se cuál de los cuatro, estaba perdido en mis pensamientos de como volver a tenerla.
- Recuperarla, eso lo tengo claro.- noté una palmada en la espalda. Sabía que me apoyaban.

El Chico De Los Tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora