Mía, tuyo.

29K 1.6K 231
                                    

No se cuanto tiempo estuve dormida.
De repente noté algo en la mano, un contacto que me la apretaba. Mi primer pensamiento fue que Patri había venido a despertarme, pero no tenía ganas de dejar de dormir, de despertarme y encontrarme con la dura realidad. Entonces "eso" apretó más mi mano. No lo sabía pero yo también estaba agarrando lo que fuera que me apretaba así que lo solté, pero no me soltó a mí.
Intenté concentrarme en recuperar el sueño. Cada vez apretaba más fuerte, me fui despertando poco a poco sin abrir los ojos, no quería abrirlos. Seguían apretando mi mano, y esta vez busqué algún ruido. No se escuchaba nada, si fuera Patri estaría diciendo mi nombre una y otra vez para que me despertara. Así que... Si no era Patri...
Me asusté y decidí si abrir los ojos, o no y buscar mi mano. Lo hice, los abrí poco a poco. Esto no era mi habitación y esta no era mi cama, no estaba ni tumbada.
Busqué mi mano, la tenía delate de mis narices. Yo me encontré apoyada con la cabeza en una cama, sentada en una silla con la mano a la altura de mi cabeza. Entonces ese algo volvió a apretar. Volví la mirada hacia mi mano y encontré otra mano con varios tubos. Seguí la mano, subí la vista y ahí estaba él.
¡Dios, ahí estaba él! Me puse a llorar. Me levanté de golpe y lo abracé, seguía en coma pero no estaba muerto.
No sabía en qué momento mientras hablaba con él me dormí, pero este había sido uno de los sueños mas reales que había tenido nunca, por no decir el más real. Se me quitó un peso de encima, estaba feliz, feliz de que no se hubiera ido. No podía dejar de llorar, Dios, el estaba aquí!
- ¡Ves a lo que me refería! Esto son las pesadillas que te decía...- no podía dejar de llorar, no podía. - Te quiero.
Entonces recordé qué me había despertado del sueño. Me había despertado él con su mano. Me separé bruscamente de él, me senté en la silla y le volví a coger la mano.
-Axel ¿cómo lo has hecho?- por dios me había despertado él, hasta en coma me libraba de mis pesadillas... - ¿Axel?
Pero no volvió a apretar la mano.
¿Estaba loca? No. Había apretado mi mano, estaba segura.
Yo me quedé con él, acariciándole la mano apoyada en la cama.
Pasó una hora y escuché una tos. Subí la mirada y era suya, pero no tenía los ojos abiertos. Me puse de pie deprisa y le acaricié la cara.
- Axel. - dije casi susurrando - Axel despierta.- sus ojos cerrados empezaron a entre abrirse. - ¡Axel! ¡Estas aquí!
- ¿Noelia?- dijo con los ojos medio abiertos por la luz. Me lancé a sus brazos y el poco a poco movió los suyos hasta mi espalda para corresponderlo.
- Te he echado de menos- dije con lágrimas en los ojos. Noté su sonrisa.
- Te amo. - dijo él haciendo el abrazo más intenso con las pocas fuerzas que tenía.

Llamé a los médicos para que vinieran a verle. Esta vez estaba segura de que no era un sueño. Bueno sí, estaba viviendo un sueño. Había despertado.

Narra Axel.
Han pasado cinco años desde que desperté del coma.
Noelia me ha contado que venía al hospital y hablaba conmigo, me contaba lo había hecho durante el día y cosas que pasaban. A mi me sonaban algunas cosas, como si la hubiera escuchado de verdad, pero no lo recordaba.
La quiero. Es la persona que mas he amado nunca. Ella me da vida, por no decir que me devolvió a la vida. Estar en coma era una sensación de tener que decidir algo muy importante. Y lo era: vivir o morir. Morir era muy fácil, acabaría con el dolor y estaría en paz para siempre. Pero qué haría sin toda la gente a la que quiero, y peor aún, qué haría sin ella. La verdad es que el tiempo que estuve en coma se paso muy rápido, como unos días en soledad. Pero la echaba de menos. Me acordaba de su risa de niña pequeña, de su suave pelo, de sus preciosos y brillantes ojos. Me acordaba de su tacto, de su suave y clara piel. De sus pequeñas y dulces manos. De como rodeaba su cintura con mis manos, de su preciosa voz...
Estos cinco años han sido maravillosos. Hemos viajado, y hemos hecho miles de cosas juntos. Hemos creado millones de recuerdos.
Cuando hicimos dos años juntos ella me pidió que fuera a vivir con ella, yo acepté y busque otro trabajo para ayudarle a pagar el piso ya que decidimos empezar a pagarlo nosotros y no sus padres. ¿Sabéis? No me molestó tener que tener otro trabajo, con su trabajo y la universidad y los dos míos teníamos menos tiempo para estar juntos, pero cuando podíamos pasábamos los mejores ratos que nunca he pasado con nadie antes.
Con tan solo sentarme con ella, y abrazarla en el sillón de NUESTRA habitación a ver las gotas de lluvia caer por el cristal de la ventana, acurrucados, enrollados en una manta y con nuestras tazas de chocolate caliente, era suficiente. Solo ella podía hacer de algo insignificante algo grande. Solo ella me hacía temblar con solo una mirada, solo ella me hacíe quedarme embobado mirándola cuando estudiaba.
Ahora, cuando se pone nerviosa y se estresa, me gusta abrazarle, al principio siempre se queja como una niña pequeña pero al final acabamos comiendonos a besos. O con tan solo cuando me abraza por la espalda cuando estoy cocinando algo, o al revés, cuando la abrazo yo mientras cocina ella. Me gusta darle besos porque sí, porque me nace, mientras ve la tele, mientras cena, mientras se cepilla el pelo, mientras barre el suelo, cuando ríe, cuando está feliz, cuando esta depre, cuando no se aguanta ni ella, cuando no quiere saber nada del mundo, cuando habla por teléfono con sus padres... Me encanta ella, de los pies a la cabeza. De todos los momentos que he vivido con ella, me quedo con... todos, con los buenos y los menos buenos. Ella es ella, ella es todo.
Mi mundo somos ella y yo y quería hacérselo ver.
- ¿Estás listaaa? ¡Noee!
- Sí sí sí, ya estoy.- Salió de la habitación, despampanante, con vestido negro y tacones. Llevaba el pelo suelto y estaba preciosa. Me encanta el brillo de sus ojos por cierto. Me quedé boquiabierto. -¿Qué?
- No, nada... ¿vamos?
- Por cierto, ¿Dónde vamos?
- A cenar.- le sonreí.
La llevé a un restaurante italiano que había en el centro. Era una cena muy especial, por lo menos para mí, ella no tenía ni idea. Cuando íbamos por el postre le pregunté.
- ¿Sabes que día es hoy? - dije intentando descontertarla. Ella hizo una mueca.
- Lo siento pero no, me has pillado, ¿qué pasa hoy? - le sonreí.
- Tienes de tiempo para pensarlo hasta llegar a casa, ahí te volveré a preguntar y espero que me digas que SÍ... que lo sabes.- remarqué el "sí", intentaba darle pistas.
- Vale.- dijo confundida, creo que ni se imaginaba lo que iba a pasar.

Una vez llegamos a casa en vez de apretar nuestra planta apreté el botón de la azotea. Ella no se dio cuenta y cuando el ascensor paró en el último piso se extrañó mucho más.
- ¿Qué está pasando Axel?
- Tú solo dejate llevar cielo.- la saqué del ascensor y la llevé a la azotea. Allí la llevé hasta la barandilla de piedra blanca y la abrace por detrás. Habían unas vistas impresionantes de toda la ciudad.
- Me encanta esto. - dijo seria, mientras miraba a su alrededor. Yo escondí mi cara entre su pelo y su hombro. Olía tan bien, tan especial, tan única, tan ella...
- Por eso te he traído.- Sonreí y ella tuvo cosquillas en el cuello, su risa era música, la usaría como banda sonora de mi vida. Con las manos en su cintura la giré hasta que quedamos cara a cara. La besé, besarla era algo indescriptible, incomparable, mágico... Y fue uno de esos besos que daba igual el tiempo que hubiera pasado, volvias a tener ese cosquilleo en el estómago y esa aceleración de los latidos del corazón de el primer día. Cuando acabó el beso no quería que se separara de mí así que no la solté, junté mi frente con la suya cerré los ojos y suspiré. Ella hizo lo mismo, era una sensación, como de querer absorber todo el momento, toda la mágia, toda la esencia. Absorber cada sensación, cada sentimientimo, cada pensamiento, cada movimiento... - Ya sabes... ¿ya sabes que día es hoy?.- sonreí.
- No...- susurró- lo siento.
- Ya se que no lo sabes.- sonreí satisfactoriamente y le besé la frente.
- Entonces... dímelo.
- Hoy es el día en que te pido que te cases conmigo.- saqué una cajita del bolsillo y saqué un anillo plateado liso, con pequeños brillantes alrededor. Ella se quedó boquiabierta, con los ojos brillantes y justo cuando iba a contestar le corté.- ¿Sabes? Tú... Me has hecho crecer, madurar sin importarme nada. Quiero darte los buenos días para siempre, que seas lo primero que vea al despertar y lo último antes de dormirme. Quiero cogerte de la mano y arrastrarte a todos los sitios que siempre he querido llevarte, cumplir todos nuestros planes. - le cogí la mano. Me costaba hablar, nunca había hablado así a alguien antes.- Quiero que me abraces como nadie más sabe hacerlo. Me gustaría prepararte el desayunl todas las mañanas, y que me pidas ayuda para abrir los botes de cristal, porque para ti soy el más fuerte. Me gustaría cuidarte desde cuando tengas el mínimo dolor hasta la peor enfermedad. Quiero ser el lugar donde guardas tus secretos más secretos. Quiero no tener que ocultarte nunca esa parte de mi frágil que sabes que tengo aun que no lo parezca. Quiero que te refugies en mis brazos cada vez que algo no va bien para hacerlo más ameno para los dos. Si tú te arriesgas a esto conmigo, saldrá bien, porque sé que lo que siento es real, y lo descubrí el día que nos besamos por primera vez en la ducha.- mi dedo pulgar recorrió todo el dibujo de su brazo.- Sentí que te amaba de la manera más cuerda y loca posible. Quiero que cuando te mire te tiemblen las piernas como lo hace todo mi cuerpo cada vez que estoy contigo y cuando me cojas de la mano olvidarme del resto. Habrán dificultades y piezas que no encajen, pero valdrá la pena. Quiero decirte siempre que si tú saltas, yo salto, no solo cuando veamos Titanic. Quiero quererte y que me quieras para siempre.- le puse el anillo en el dedo.- ¿Qué me dices preciosa? ¿Compartirías el resto de ti vida conmigo?- tenía los ojos mas brillantes que nunca, juraría que alguna lágrima le había caído, es tan frágil a veces...
- ¡Sí!- se lanzó a mis brazos y nos fundimos en el mejor beso que nunca me habían dado.
- Te amo.- le dije mirándola a los ojos. La abracé y nos giramos hacia las calles de la ciudad de noche.
- Te amo.- me dijo ella.
- TE AMO.- grité hacia el mundo. - ella se rió. Volví agritar.- ERES MÍA, SOY TUYO.

Bueno, por haberlo hecho pasar mal en el capitulo anterior, quería compensarlo. Comentad que os ha parecido el final y si os ha gustado, un beso❤❤

El Chico De Los Tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora