IV

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Poseidón colocó su longitud en la estrecha entrada; su increíble calor lo recibió al estirarse, permitiendo que su polla se deslizará contra las suaves paredes internas. Las grandes y pesadas tetas desnudas de Kojiro chocaron contra su amplio pecho. Su interior mantenía su hinchada excitación tan increíblemente apretada. Su agujero se contrajo, palpitando con desesperación para atraerlo más cerca.

Kojiro se movió, con un suave suspiro, tomando más y más de su miembro.

La petición era clara, quería que enterraran su polla profundamente dentro de ella. Y, por todos los dioses, Poseidón lo haría, se lo daría todo. La llenaría hasta el borde y luego le daría más, hasta que su mente sólo pudiera pensar en él.

Poseidón agarró las anchas caderas y empujó, introduciendo su eje hasta que sintió el suave culo de Kojiro contra su pelvis. La mujer cayó hacia adelante, agarrándose a sus hombros, clavandole sus uñas. Su cuerpo ardía; el suyo, quiso creer Poseidón, bien podría estar en agonía. Mientras que él necesitaba una fricción feroz, ella parecía contenta con pequeños movimientos provocadores.

Con los labios en su cuello y sus manos grandes en su trasero aún más grande, se contuvo -otra vez- debajo de ella. Paciencia. Debía ser paciente.

Pero Poseidón había usado toda la paciencia de su vida en los meses que evitó saltar sobre Kojiro para hacerla suya, y en este punto, estaba a punto de perder la cabeza—. Mmgh —la empujó hacia abajo, con fuerza, en dirección a su regazo—. Demasiado lento —gimió.

Kojiro lo mordió en la unión del cuello y el hombro, usando su lengua para delinear las marcas que dejaron sus dientes. Era una tortura, pero una tortura dichosa. No podría soportar mucho más de esto.

—Eres una provocadora —susurró en la curva su cuello, sus manos masajeando la carne de su culo como castigo, esperando que a la mañana siguiente amaneciera con las marcas de sus dedos sobre su piel.

—¿Lo soy?

—Pensé que querías follarme.

Una suave risa, el soplo de un día de primavera capaz de hacer ondear las copas de los árboles y permitir que las flores bailen por el camino—. Estoy segura de que usé palabras más agradables.

—Ya superé mi límite. ¿Vas a montarme? ¿O necesito mostrarte a quién perteneces?

Hubo un gemido ronco que rebotó por las paredes de la habitación.

—Siempre lo he pensado, y creo que estarás de acuerdo... —labios sabor cereza se movieron contra su mandíbula; Kojiro tomó su rostro y le dio besos a lo largo de su barbilla, lento, prolongando el sufrimiento del joven rubio. Estaba seguro de que su boca, húmeda y pecaminosa, dejaba manchas rojizas por su labial. Y eso no ayudaba en nada a su casi nulo agarre a su fuerza de voluntad. Poseidón trató de profundizar más su polla.

Pero su posición limitó su control.

La caliente lengua de Kojiro estaba contra el lóbulo de su oreja. Luego siguieron los dientes, mordisqueando el cartílago. Maldita sea, ella le estaba enseñando un nuevo nivel de agonía.

—... Las acciones hablan más que las palabras.

Eso fue todo. Él trató de controlarse, trató de que su primera -y esperaba que no última- vez juntos fuera amena y agradable. Pero esta mujer, Sasaki Kojiro, con sus caderas de infarto, senos grandes y suaves, piernas infinitas, labios tan rojos como la manzana prohibida, ojos pícaros y voz de sirena eran más de lo que un simple mortal pudiera soportar.

Yūwaku ni ochītta toki --- posekojiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora