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—No, no voy a ir. Ni de chiste— Samantha renegaba con su amiga sobre la fiesta que tenían hoy en la noche, las chicas se encontraban en la habitación de Rocío, mientras esta le suplicaba a la castaña que fuera a la dichosa fiesta.

—Te vas a divertir, te lo prometo. Yo me aseguraré de que hables con Leo— Rocío le rogaba a la chica, la cual, casualmente, le entraron los nervios de último momento. No se estaba sintiendo para nada bien ese día, ella estaba preocupada por su apariencia, solo se preguntaba si a Leo le gustaría eso, o lo otro. No había encontrado ningún atuendo en el que se sintiera cómoda y esto la molestaba muchísimo. Si ella tuviera la oportunidad de ir en pants y una hoodie lo haría, pero era su primera fiesta y no quería arruinar la chance de salir con alguien como Leo.

—Pero es que no me gusta como me veo, ayúdame Ro— Ahora era Samy quien le rogaba a la de lentes. Su amistad era bonita y se trataban y se llevaban con tanta facilidad que los papas de Samy no dudaron en darle el permiso en cuanto escucharon que la rubia de lentes la estaría acompañando. Rocío era de las mejores influencias para Samantha y viceversa, y esto se reflejaba más cada día.

—Ven Samy, yo te ayudo. Siéntate acá— Rocío no era la más experta en maquillaje ni en peinados, pero con ser mejor que Samantha bastaba. Las chicas reían divertidas, maquillándose, peinándose y en general alistándose para su primera fiesta. Rocío le ayudo a Samantha a elegir un atuendo de su agrado y terminaron por elegir un top con una falda de cuero negra a la cintura, las dos chicas se veían espectaculares y querían divertirse mucho, solo esperaban que todo vaya perfecto. 

Lástima que la perfección no exista.

—Me dejaste superbién, mil gracias Chio— Samanta le regalo una cálida sonrisa a su amiga mientras ella checaba la hora de su celular, viendo que ya pasaban de las 8:30 pm. Las dos rápidamente se dirigieron a la puerta de la entrada y se subieron al coche de la mamá de Rocío.

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—Oye, hay demasiadas personas— Samantha hablo un poco nerviosa, desde la entrada de la gran casa se podía oír la música y el abrumante olor a alcohol que la recorría, el viento movía las hojas de los árboles y la luz de la luna abrigaba a las dos chicas mientras se hacían paso a la entrada de la casa.

—Oye, creo que acá están también los de último año, con razón huele tanto a cerveza y cigarro— Rocío dijo mientras buscaba a su alrededor a algún rostro familiar, y Samantha solo veía confundida intentando buscar a Leo.

—Qué pedo, ¿a qué horas llegaron?—Osvaldo se dirigió a las chicas y estas voltearon, él estaba sosteniendo un vaso de plástico color rojo en una mano, mientras movía la otra al hablar, se podía notar un poco pasado de copas y Samantha se veía visiblemente incómoda.—Justo llegamos, ¿están Aldo y Félix contigo?— Osvaldo negó mientras volteo a ver a su derecha y apunto a la cocina.— Mira, ahí está Félix, vamos a saludarlo Samy— La chica de lentes se acercó a la cocina, con su amiga a su lado.

El ambiente estaba un poco pesado, había chicos bebiendo, fumando y besándose en cada esquina. La casa era inmensa y contaba con un patio gigante, donde había aún más adolescentes pasando el rato. Samy no se sentía de lo mejor, pues no estaba nada acostumbrada a este tipo de reuniones, mentiría si dijera que no estaba emocionada por hablar con Leo, pero hasta ahí.

La castaña saludó a Félix moviendo su mano de un lado a otro mientras él estaba tomando con sus amigos, Rocío no tardo en encontrarse con una amiga, la cual siguió rápidamente, abandonando a Samantha en la cocina. Genial, la chica suspiro a sí misma mientras se servía un poco del smirnoff que estaba al centro de la barra. Si continuaba así, vaya que la esperaba una larga y dolorosa noche.

Invisible String [(Riverduccion)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora