Murciélagos pulperos

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 Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba sin visitar las cascadas. Las habría olvidado, de no ser porque alguien las menciona de vez en cuando en algún post de facebook o en las noticias sobre el feriado. Todo está diferente y el cambio es mayor que cualquiera de los que vi en el pueblo. Más cemento, más cuerdas y tachos de basura con letreros de colores. Mucho más ruido. Decenas de turistas por todos lados. Reguetón. Humo de marihuana. Gritos. Llanto de bebé. Solo falta que empiece a tocar una banda de tecnocumia.

Hay cascadas que los comuneros no han mostrado al público. Yo las conozco porque vine con estudiantes canadienses a hacer los primeros estudios sobre su potencial turístico. Son tres cascadas que bañan rocas gigantescas y terminan en un pequeño lago que no se seca porque detrás de la cascada más grande está la entrada a una cueva. Allí hay murciélagos diminutos que todavía no han sido registrados por la ciencia y son conocidos como murciélagos pulperos. Vi uno cuando intenté explorarla, pero la corriente me impidió avanzar. Realmente esa es la razón por la que estoy acá. Ahora que he vuelto con el título de biólogo, quiero descubrir mi primera especie y espero que no se hayan espantado y migrado por el ruido.

El grupito de adolescentes neojipis se adelanta y tras constatar que nadie ve, me desvío por el matapalo y avanzo durante media hora. Las tres cascadas están a menos de cinco metros una de otra. La más alta, la de la cueva, es también la más angosta. La más pequeña baja por una roca gigantesca. La otra baja como en zigzag. Cada cascada tiene su encanto, pero lo primero que noto es una nube al pie de la cascada zigzag. Son insectos diminutos que no logro reconocer. Buena señal. Parece que descubriré más de una especie. Atrapo a unos pocos y los guardo en el frasco. Con suerte aguantarán hasta llegar al laboratorio. Debajo de la nube de insectos hay una orquídea con aspecto de corona y al revisar la aplicación de detección de especies, confirmo que tampoco está catalogada. Ya esto es demasiado bueno para ser cierto. Ato una cuerda fuera de la cascada y bajo por la cueva.

Adentro, veo que las aguas bajan por una gruta con pendiente de 70 grados. Diez metros después, la cueva se ensancha y hay espacio para caminar junto al río subterráneo. No hay huellas de los murciélagos, pero de pronto, los escucho. Se aproximan. Me oculto y pongo la visión nocturna en la cámara. Preparo la trampa de red para murciélagos. Bastará con atrapar uno. En cuanto llegan a donde estoy, los murciélagos se cuelgan del techo. Ninguno cae en la trampa. Me tocará esperar un tiempo. Si no pasa nada, los asustaré, atraparé un par y saldré. O ese es mi plan, hasta que me doy cuenta de que sus chillidos de ecolocalización tienen un ritmo. Una secuencia que repiten en coro. Confirmo que la cámara está grabando. Es evidente que son secuencias de ruidos largos y cortos intercalados. Me están diciendo algo en código Morse.

No tengo señal en el celular. Es imposible saber qué dicen. Decido moverme y regresar por donde vine, pero empiezan a revolotear a mi alrededor haciendo un chillido caótico que solo puede interpretarse como un grito de guerra. Se quedan todos en la subida y chillan con fuerza cuando intento subir. Siempre en código morse, pero no los entiendo. Trato de subir de nuevo hacia la salida, pero se lanzan todos contra mí, aruñando y mordiéndome donde hay piel. Resbalo y caigo al agua. La corriente me lleva y todos los murciélagos vuelan sobre mí. La cámara se rompe y se pierde tras chocar contra una roca. Caigo por una cascada subterránea y termino en medio de las rocas. El fémur izquierdo brota por la piel. El sabor a sangre en la lengua. Los murciélagos revolotean y se acercan. Uno de ellos, el primero en atacar, es también el primero en morder mi carne y chupar la sangre que brota como un manantial. Cuando los comuneros me encuentren, seré una pasa. Se inventarán historias, especularán sobre mi caída. Le pondrán un titular vendedor a la noticia. Pero nadie sabrá lo que realmente pasó.

NataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora