3. Reconocerse

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—Ya te de dicho que están limpias.

Mini Kook, cruzado de brazos con gesto hosco, sentía ganas de ahorcar a su versión adulta con las sábanas que este estaba quitando de su cama.

—Y yo te he dicho que no te creo.—contestó sin dejar de desnudar el colchón.

—¿Pero que te piensas que tienen? ¿El cólera?

Jungkook dejó su tarea el tiempo necesario para dedicarle una mirada que hablaba por si sola.

—Yo sé lo que creo y tú sabes lo que yo creo que creo. No nos pongamos en evidencia.

Mini Kook solo se sonrojó porque Jimin entraba en aquellos instantes en la habitación, cargando con un juego de sábanas limpias.

—Aquí tienes, Hyung.—dejó las sábanas dobladas encima del colchón.—¿Quieres que las ponga?

—No, no.—Jungkook le sonrió.—Yo lo haré, Jiminie. Tú descansa.

Mini Kook se permitió una respiración de margen antes de lanzase a alejar a Jimin de la caricia en su cabeza que Jungkook le estaba regalando.

—Vamos Jiminie.—cuando este le observó con una mueca desconcertada, le sonrió.

—¿No es un poco pronto aún para irse a dormir?

Mini Kook miró el reloj.

—Las nueve y media es una hora muy razonable, ¿Sabes?

Jimin se rio y los dos castaños se quedaron mirándole embobados. Esa risa tenía que ser ilegal.

—Jiminie.—Mini Kook entrecerró los ojos hacia Jungkook, pero Jimin le miró con absoluta confianza.—Puedes pasar el rato conmigo si quieres. Sé que no eres de irte pronto a dormir.

Acto seguido, le lanzó una mirada malintencionada a su tocayo.

Kook captó el mensaje.

Yo soy un gran novio que sabe que a mi bebé no le gusta irse a dormir pronto, ni madrugar, ni los cereales con sabor dulzón y tú eres un cateto. Tírate por un puente y mátate.

Bueno, la interpretación era estilo libre.

Mini Kook encajó la mirada y procedió a lanzar un contraataque.

—Jiminie.—el rubio se giró con sus ojitos parpadeando, desarmado por el apodo viniendo del Jungkook de su era.—Es mejor ir pronto a dormir para que mañana estés descansado y bonito.

El corazón del chico amenazó con saltarle del pecho y aunque consiguió contenerlo en su sitio, eso no impidió que siguiese latiendo a un ritmo imposible.

Kook, por su parte, no conseguía quitarse la sonrisa de encima.

Creyó que sería extraño dedicarle cumplidos al rubio. Le había costado decir aquella frase. Pero al terminar de pronunciarla y en especial, al ver la cara que se le había quedado a Jimin, se sintió increíble. Hasta un poco poderoso. Ni sabía que las palabras podían tener un efecto tan fuerte en las personas.

O tal vez solo tuviese ese efecto en él.

Pensar que sus palabras tenían mas significado para Jimin que las de el resto del mundo, le dejó un regusto dulce en la boca.

Un brazo tatuado se deslizó por los hombros del rubio.

—El problema es que a Jiminie le cuesta coger el sueño si se va pronto a dormir. ¿Verdad, Minnie?

Jimin no tuvo tiempo mas que de abrir la boca antes de que Mini Kook le cogiera suavemente de brazo y tirase de él.

—Yo puedo ayudarte a coger el sueño con un masaje. Sería una pena que esa cara preciosa tuviese ojeras mañana.

Dos deseos ✨✨ Kookmin PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora