Tercera Parte

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El silencio llegó de manera aplastante. No habían dicho nada después de que el sonido de la sirena concluyera. Ninguno de ellos habló del escalofrío que les recorrió toda la espalda.

Harry se encontraba alerta con la vista fija en la carretera, aunque miraba a Louis de soslayo. Notaba si movía las manos sobre el regazo, si jugaba con la sortija en su anular, o si se mordisqueaba el labio inferior. Llevaba una cuenta mental de sus respiraciones profundas. Estaba nervioso, puede que mucho más nervioso que él mismo.

Apretó con fuerza el volante. Se reclamó internamente por arriesgarlo de esa manera. Fácilmente podría dar la vuelta y dejarlo a salvo en casa -tal vez encerrado contra su voluntad-, pero sabía que Louis se negaría.

—¿Qué decías de ese grupo? —dijo Louis poniendo un alto a su reprimenda interna.

—Te dije todo lo que sé. No estoy seguro de quienes son.

La respuesta rápida y tosca hizo que el omega frunciera el ceño. Le había costado pasar el nudo que se le había formado en la garganta. Buscaba retomar la plática, solo intentaba relajarse de alguna manera y Harry no estaba siendo de ayuda.

—Bien —Se cruzó de brazos, molesto. Miró por la ventana—. Si no quieres hablar conmigo, solo dilo. No es como si quisiera arrancarte las palabras de la boca a la fuerza.

Su molestia había salido sin más, pero era su nerviosismo hablando por él. No tenía el coraje de aceptar que se sentía aterrado. El miedo le estaba punzando en el pecho. Quería que regresaran a casa, juntos, después de rescatar a Liam. Solo quería que esa noche acabara para no sentirse así de inquieto. Pero la incertidumbre de todo lo que podría salir mal le estaba carcomiendo la cabeza.

Pensar demasiado en ese momento le estaba jugando en contra.

Empezaba a suponer tantas cosas con esa respuesta vaga de Harry. Era algo parecido a una distracción que había creado su mente, para que no pensara en más de las diez fatalidades que había formulado hasta el momento.

Tal vez se había cansado de insistirle tanto, de ir a buscarlo a casa de Liam sin obtener respuesta de su parte. Puede que Harry se hartara de buscar una plática sobre su ruptura, y que esa misión incierta de rescate no era más que una carga para él. Esa idea equívoca comenzó a dar vueltas en su cabeza.

Tal vez él era una carga y por eso no tenía interés en hablar de lo que sea.

—Escucha, Louis. Solo-...

La oración quedó a medias cuando el celular de Harry sonó.

—Sí, claro, no te preocupes —respondió el alfa con un tono aliviado—. Ahí estaré. Gracias, Alex.

Aquella mirada dubitativa de Louis pedía una explicación. Pero decidió callar y buscar silenciosamente en sus recuerdos si había escuchado ese nombre.

Alex, le retumbó en la cabeza. ¿Un omega? ¿Un compañero de trabajo? ¿Quién?

—Mierda... —masculló por lo bajo, sintiéndose un completo idiota.

No tendría por qué sentirse inseguro por alguien a quien no conocía. Menos en una situación como esa. No era el momento para una escena de celos.

Que idiota... se recriminó.

Harry ladeó una sonrisa. Lo había escuchado maldecir y estaba seguro de que se moría por preguntarle quién era Alex.

—Es el omega de Maurice —habló Harry mientras giraba el volante hacia la izquierda—. ¿Recuerdas a mi compañero de trabajo?

—Sí —Se obligó a contestar Louis. Claro que recordaba a ese alfa. Demasiado hablador si le pedían una descripción concreta.

—Es bueno saberlo, porque iremos a verlo primero.

That Sacrifice Tonight L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora