Yo estaba viviendo en el templo donde mis padres me habían criado desde hacía años y me crié para ser una monja. Aunque definitivamente no me gustara, lo hacía por obligación, ya que, mis padres lamentablemente habían fallecido hace un par de años y alguien debía dirigir este lugar. A pesar de eso, yo no estaba en el templo sola, tenía a los ghouls y al Cardenal Copia conmigo para dirigir el lugar. Desde que lo vi hace años cruzar esas puertas alegando ayudarme y que había sido enviado por el clero, fue como ver a mi única salvación entre tanta tristeza.
El lugar es apacible y sin duda me la paso tranquila aquí, sin embargo, aunque no quiera admitirlo, hacía días que tenía sueños húmedos con el Cardenal y es que verlo pasearse por los pasillos con esos movimientos sexys y sigilosos, además de con esos pantalones transparentes donde se notaba que no traía ropa interior me hacía delirar, incluso creía que era mi imaginación, hasta que lo escuché admitirlo sin querer en una conversación que tuvo con Mountain en el pasillo, haciendo que mis sueños fueran cada vez más constantes.
Así que decidí que esta noche atacaría, no me importaba que pasaría, pero cumpliría mis fantasías con él.
Me había puesto un negligé negro que apenas y me cubría, arriba solo traía una bata negra y unos pequeños taconcitos abiertos de color negro, con las uñas pintadas de rojo, el cabello suelto, un poco de maquillaje y de perfume.
Estaba paseando por los pasillos, intentando encontrarlo, porque siempre estaba paseando a altas horas de la noche, así que esperaba sorprenderlo. Pero para mi mala suerte me topé con el Ghoul Rain.
Rain: Señorita...¿qué hace despierta a estas horas? ¿Se encuentra bien?- me cuestionó preocupado.
Tn: Si, lo siento, es que... he tenido unas pesadillas horribles Rain y no puedo dormir, así que quería ir con el Cardenal a confesarme- dije con tranquilidad para que no sospechase nada.
Sin embargo, este me miró de pies a cabeza haciendo cara de desconfianza.
Tn: Así duermo, lo siento, nunca sabes quien puede verte y sería descortés estar desarreglada- volví a expresar con orgullo, haciendo que de inmediato este relajara su rostro.
Rain: Está bien señorita, siempre luce linda de igual modo. El cardenal está en sus aposentos, si no puedo ayudarla en nada más, me retiro para seguir haciendo guardia- dijo haciendo una reverencia
Tn: Muchas gracias Rain, eso es todo, puedes retirarte, buena noche- dije igual haciendo una reverencia, mientras me iba por el lado opuesto de donde él se dirigía.
Una vez que me fui, volví a respirar tranquila, aunque en este instante también estaba nerviosa por ver al Cardenal. Ahora que lo pensaba, ¿qué haría?, ¿cómo llegaría?, ¿qué le diría?, tenía miedo, pero no me detendría, así que me fui directo a sus aposentos.
Cuando por fin estuve afuera, respiré hondo y toqué la puerta.
***: ¿quién?-
Tn: Yo... la hermana Tn- dije con la voz temblorosa.
***: Pasa querida Tn- dijo del otro lado de la puerta, mientras que yo procedía a abrir.
Al entrar lo vi sentado en su escritorio, aún con su traje blanco y con una copa en la mano mirando hacia su ventana con la gran luna iluminando todo, este al verme sonrió e intentó levantarse, pero yo le hice que no con una seña y solo le hice una reverencia.
Tn: No se levante cardenal... gracias- dije acercándome a la silla frente a él, más nerviosa.
Cardenal: Entonces ponte cómoda Tn, dime querida ¿qué puedo hacer por ti a estas horas de la noche? Te noto inquieta, ¿estás bien?- dijo mirándome con total atención, mientras sentía como recorría con su mirada mi cuerpo de arriba a abajo antes de sentarme.
