𝐶𝐴𝑃𝐼𝑇𝑈𝐿𝑂 5

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*POV Eliot*

La primera nevada del invierno se precipitó bastante este año, el otoño ha durado menos de lo esperado y el aire frío del exterior me revuelve el cabello y me causa escalofríos.

El primer paso sobre la nieve fresca es lo que me notifica de que mi estación favorita por fin ha llegado, es de madrugada y son pocos los sirvientes que han empezado sus labores tan temprano, mejor para mí, no me siento especialmente misericordioso pero no tengo la suficiente energía para castigar a quién me haga enojar.

Me adentro en los campos que se extienden por los alrededores del palacio, una sonrisa leve se posa en mis labios, las flores comenzarán a marchitarse pronto por lo que me dedicó a cortar algunas rosas desde el tallo para crear una corona que usaré en la decoración de la estatua de la tumba de mi madre, en esta época el mármol blanco de la tumba se cubre por las nevadas y es necesario que alguien lo limpie diariamente.

Las gotas de sangre que gotean por mis dedos se confunden con el tono rojizo de los pétalos pero se mantienen brillantes al destacar en el manto blanco, me importa poco las heridas de mis manos, son solo rasguños por las espinas, pero hay alguien detrás de mi a quién esto no le gusta, la presencia femenina que se apresura a gritar y correr hasta mi con un vendaje me resulta adorable.

-Vuelve a la cama, Macaria, es demasiado temprano -Sin importarle demasiado mi orden la chica se acerca y toma mis manos entre las suyas y luego guiando hasta su boca para exhalar y darme un poco de calor, manchando sus labios con el carmín de la sangre.

-Vas a resfriarte, Eliot, no deberías salir en medio de una nevada sin un abrigo -Sus ojos a pesar de ser completamente negros como el ónix aún así tienen ese brillo particular.

-Eso no importa, deberías volver al palacio, no me gustaría que te enfermes por mi culpa -Con una sonrisa leve acaricio sus cabellos castaños y niego con la cabeza- Tengo algo importante que hacer hoy, no te preocupes por mi.

Macaria se resiste a cumplir con lo que le digo, precisamente porque sabe que no es una orden, se cruza de brazos y con su pequeña estatura intenta forzarme a entrar, me rió entre dientes pero sin detenerla, la tomó de la mano y la atraigo hacía mi atrapando su cuerpo entre mis brazos para evitar que se siga moviendo.

-Te vas a enfermar -Dice en una voz suave, su piel blanquecina se veía sonrojada pero no pude identificar si se debía a mi o al frío del ambiente- Vamos adentro, sea lo que sea que tengas que hacer puede esperar.

Con una mano la tomé de las mejillas y acerque mi rostro al suyo, uniendo nuestros labios en un corto beso, me reí de su expresión, ahora su rostro estaba completamente rojo y era fácil incluso escuchar el latido acelerado de su corazón.

-Lo siento, pero es algo demasiado importante, no puede esperar -Doy unas palmaditas en su cabeza para tranquilizarla, incluso esconde su rostro en mi pecho mientras se queja por mi actitud, su presencia me resulta pacífica y serena, la hubiera besado de nuevo sino fuera por la presencia que note tras nosotros.

-Perdóneme, su alteza, no quería interrumpir -La voz provenía de otro de los esclavos, un hombre joven bastante similar a Macaria se había arrodillado ante mi en señal de respeto y suplica, apreté mi agarre en los brazos de mi chica al ver aquél trabajador, lleve una mano hacía mi costado y estuve a punto de desenfundar mi espada, pero la joven que me abrazo con aún más fuerza temerosa de que lo atacará me detuvo.

-Perdona su vida, por favor, fue un accidente -Ver esos ojos oscuros que tanto me gustaban cristalizados por el temor fue una revelación que nunca antes creí sentir, no me gusta saber que ella me tenía miedo.

-Vete -Le ordené al sirviente que solo levantó un poco la mirada para observar a Macaria, más que miedo por la posibilidad de perder la vida, o de agradecimiento porque decidí perdonarlo, solo divisé odio en la expresión de ese hombre, nada nuevo pero me contuve más de lo que me hubiera gustado al momento de esperar a que se fuera y desapareciera.

Crown ~ Las joyas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora