13. 𝐴𝑑𝑖ó𝑠

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Después de mi encuentro fatídico con ese

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Después de mi encuentro fatídico con ese... ¡hijo de puta! deambule un poco por la alameda de Bellas Artes, a pesar del calor que hacía a pleno inicio de otoño; eso no quitaba que había muchos niños en las fuentes mojándose, jugando, familias enteras disfrutando de su tiempo.

A diferencia de mi adolescencia ya no soy tan fiel creyente de una familia, el motivo siendo muy sencillo: mi papá se fue cuando tenía 4 años y mi mamá me había dejado de lado al cuidado de mi primo. Pero, ahora que topaba con Asher, está haciendo replantearme con cuidado cada mantra que he construido.

Eso me da miedo.

Mis ojos recorrieron la alameda siguiendo una paloma cuando me detuve al observar cómo un niño tomaba de la mano a su hermana pequeña, guiándola al puesto ambulante de gomitas más cercano y el corazón se me encogió sin alguna razón.

No siento que merezca esa clase de cosas, mi mamá muchas veces me dijo que todo lo echaba a perder, de alguna manera le cedo la razón.

Además, tengo solo 21 años, todo esto empezó a mis 16. Si tan sólo existiera una caja especial donde pudieras poner tus emociones románticas y dejarlas guardadas hasta estar en un punto de madurez...

¿Cuántos corazones rotos no te ahorras?

Lleve los ojos hacia la salida del metro y pude darme cuenta que un  Ash bastante apresurado buscaba la manera de escabullirse entre un gran mar de gente. No entiendo cómo es que mi cabeza ahora ya tiene impresa su figura.

Al huir su cara de disgusto es bastante notable, arrugue la nariz en descontento inmediato.

¿Y ahora qué mosco le habrá picado?

Mi duda fue resuelta casi al instante, un grupo de al menos cuatro chicas menores de edad (traían su uniforme de la secundaria) venían detrás de él y no dejaban de cuchichear entre ellas.

Ah, supongo que este será mi último trabajo como novia.

Camine rápidamente y cuando él ya iba a correr hacia la avenida, me puse frente a él con una sonrisa tapándole el paso.

—¡¿A dónde sin su chica?!

Él sonrío como bobo cargándome en un ágil movimiento para llevarme, no sin antes voltear y decir un:

—¡Lo siento damas, mi domadora está aquí!

Las protestas de las chicas fueron ahogadas por él sonido de los autos, provocándome una risa malévola, como si me hubiera salido con la mía y no era para menos... lindo, fiel, tatuado ¿Que más quiero?

A Jehiel fuera de mi vida.

Cuando llegamos a su habitación del hotel, las cosas de Max ya no estaban, y su maleta la encontré en la entrada de la habitación, lista para irse.

—Quería conseguirte algo —dijo él aún cansado por haber corrido ese tramo conmigo encima.

Buscó en el bolsillo del pantalón, sacando una cadenita fina con la figura de un pétalo de cerezo colgando. Al instante mi corazoncito sintió bonito, ¡era hermosa!

DISTANCIA ACORTADA (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora