ʙᴀʏ ᴄɪᴛʏ

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No existe el amor, sino las pruebas de amor, y la prueba de amor para aquel ser que amamos ... es dejarlo vivir libremente.

Nos encontramos frente a un mar oscuro, una playa gris, un cielo nublado. Tenía mis lágrimas entre manos y tú, solo un pañuelo que era blanco, pero se tiñó color carmesí.

Entonces, tus ojos se encontraron con los míos y todas esas canciones de amor que escribí, tuvieron sentido.

HOTEL VALHALLA, DELFOS, GRECIA
8:00 p.m.

Quiero volver a ese pasado mío, dónde no hay tormentas, ni gritos; ni huracanes, ni agresiones. Un capítulo de mi vida donde en medio de la nada, encontré todo lo que necesitaba, el prado infértil que cuidaría desde cero y ahí, podría cultivar mi amor más sincero. Siendo su única luz, su única compañía.

—¡Un fuerte aplauso para Apolo Citaredo!

En un mundo cruel, mi propio querer no es suficiente. Quiero un amor genuino, romántico, recíproco, esos que leía en cuentos y novelas.

—Gracias por su invitación

Yo me amo, pero no puedo vivir en soledad.

Ah, persiguiéndote.
Atardece en Bay City.
Ah, y si me puedes ver,
solo cállate y abrázame.

Los instrumentos empiezan a sonar. La gente guarda silencio.

Está aquí nuevamente, esta sensación falsa de poder, sus manos cubiertas por caro cuero apretando el micrófono, ojos dorados que divagan entre luces de distintos tamaños e intensidades, mientras los párpados poco a poco se cierran. Necesita recordar.

Aroma de tabaco, y ese frío beso.
Terminamos y luego desapareciste.
Si hubieras sido honesto, seguiría este amor.
Este mar de invierno se ríe de mi
y el viento me congela.

No encontraron gustos que coincidan, ni siquiera fueran complementarias. No tenían vivencias cercanas, sus perspectivas parecieran enemigas. Si opina esto, él opina aquello; si quiere ir por un lado, él se irá por otro.

Si quisieran desahogarse, solo uno podrá sentirse mejor.

Congelada como una gaviota.
Atardece en Bay City.
Ah, tu amado puerto está
oscuro y hundiéndose.

—No sé nada de ti

—No tienes porqué

—Quiero saber— prende otro cigarro y su olor pesado hace que arrugue la nariz, intentando refugiarse bajo su bufanda— ¡te conté mi vida!

—Yo no te la pedí

—Es necesario— hay otra brisa invernal, no quiere encogerse, pero sus hombros tiemblan y ondean sus largos mechones rosados— somos pareja

Entrelazan sus manos, encajan perfectamente.

Él continúo fumando.

La juventud parece un cuchillo invisible.
Nos enredamos y rompiste mi corazón.
Me siento estúpida, con este doloroso amor.
Y tú eres el único hombre
que puede sanar esta herida.

Cuando escuchan mi voz, no pueden describir con exactitud cuan maravillosa es. Tan llena de ternura, tan rebosante de dulzura, de fe, de amor, de vida. Compondría cualquier canción y sería otro éxito, una adoración más en un largo e interminable historial musical.

¡Habría que eregirle un monumento! ¡Escribir todo un libro de cada hazaña suya!

—Es agradable— termina por amarrarse su cabello cano y cubrirse la nuca pintada de besos con el cuello alto de su oscura gabardina—

No tenía nada que agregar.

Una reacción corriente.

—¿Estás llorando?— colocándole su propio abrigo, quería pellizcar esa nariz roja de mocos contenidos, por si acaso rebusca en los bolsillos, algún pañuelo limpio que ofrecer—

—No

—Apolo, sí me gustó

—Lo sé

—¿Y bien?— correspondiendo al abrazo, desenreda algunas hebras entre sus dedos callosos. Desarreglado, era la manera para desentenderse de su fama en el mundo—

—Me estás diciendo la verdad

No finges. No mientes.

Como el cielo abrazando al mar.
Fue un milagro haberte conocido.
Solo un poco más … Solo un poco más …
Una ilusión de ti.

¿Por qué si te ibas, no me diste un adiós? Incluso ahora se lo pregunta, después de casi cumplir un año desde que estuvieron juntos. Con los aplausos al ritmo, con las personas sonriendo aunque está canción exprese sus tristes sentimientos.

Oh, persiguiéndote
Atardece en Bay City.
Ah, y si me puedes ver,
solo cállate y abrázame

Leónidas, ¿también estás sufriendo? ¿Tanto como yo?

Leónidas, ¿también estás sufriendo? ¿Tanto como yo?

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Quiero desahogarme pero con unas ganas que no veas.

Y tengo angst peores. Agradezcan a Apolo.

𝐀𝐩𝐨𝐋𝐞𝐨 𝐙𝐨𝐧𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora