El poder de la curación (6-3)

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Luego de ese breve encuentro con Forte, Takuto ya estaba listo para irse a la cama. Había sido un día bastante largo y realmente necesitaba descansar.

Sin embargo, luego de colgar la capa de su uniforme en el armario, su comunicador empezó a sonar de nuevo. ¿Quién más podría querer hablar con él a esta hora?

– Takuto-san. – Era la voz de Vanilla. Así que todavía seguía despierta, pese a la señal de "No molestar" en su puerta. – Me gustaría discutir algo contigo.

– ¿Discutir algo? – preguntó él. – ¿De qué se trata?

– ¿Podrías darme permiso para acceder a la base de datos del Sistema Rhome desde mi habitación?

Takuto levantó ligeramente una ceja. Obviamente, él siendo el comandante de la nave era quien le daba autorización al resto de la tripulación para entrar a la base de datos de la milicia de Transbaal. Pero eso dejaba otra pregunta en el aire.

– Si no está mal que pregunte, ¿qué necesitas buscar? – le dijo.

– La fiebre del heno del árbol kafukafu. – respondió ella sorprendiéndolo de nuevo.

– Escuché de la Dra. Kera que el brote ya se ha detenido. – dijo Takuto. – ¿Ha habido más problemas?

– No, sólo quiero investigar. – replicó Vanilla. – A diferencia del polen normal, podría haber más efectos secundarios.

– Ya veo. – Takuto finalmente entendió. Vanilla siempre era muy minuciosa en todo lo que hacía. – De acuerdo, tienes mi permiso. Haz lo que necesites hacer.

– Te lo agradezco. – respondió ella. – Con tu permiso...

Y cortó las comunicaciones antes de que él pudiera decirle que no se sobreesforzara. Después de todo ya era muy tarde. Admiraba su entusiasmo, pero temía que eso pudiera pasarle factura, considerando que había estado aplicando tratamiento durante todo el día tanto ayer como hoy.

De pronto, las ganas de dormir se le fueron, siendo reemplazadas por esa sensación de preocupación. Takuto sentía que debería hacer algo por Vanilla, y algo le decía que incluso si le ordenaba tomarse el día libre mañana, ella sólo seguiría trabajando sin descanso.

– Hmm... quizás podría hacer algo por ella ahora mismo... – Takuto se puso a pensar, y le vino una idea. – ¡Ya sé! Puedo llevarle una bebida caliente. Aunque no pueda ayudarla con el trabajo, quizás eso sirva para ayudarla a relajarse.

Antes de ir a ver a Vanilla, fue a la cafetería. La señora todavía seguía trabajando, y Takuto le preguntó si quedaba algo, tal vez un poco de leche caliente. Le explicó lo que le dijo Vanilla, y la mujer felizmente accedió a prepararles unos sándwiches rápidamente para acompañar con la leche. Agradecido, Takuto se dirigió rápidamente de vuelta al bloque C, y al cuarto de Vanilla.

Respiró profundamente y tocó la puerta.

– ¿Vanilla, sigues despierta? Soy yo, Takuto. ¿Tienes un momento?

– Sí... – replicó ella. – Pasa, por favor.

– Con tu permiso... – dijo él mientras abría la puerta.

Tal como cabría esperar, la habitación de Vanilla reflejaba su personalidad tanto como las de las demás Angels. No había casi ninguna decoración, más allá de lo que parecía un pequeño proyector holográfico en el fondo con múltiples polígonos de colores flotando, y si no fuera por la cama sencilla, la única silla y la mesita de noche, casi pensaría que nadie podría vivir allí.

– ... ¿Qué necesitas? – preguntó Vanilla. Estaba vestida con sus ropas de dormir, un largo camisón de color blanco opaco que le caía por debajo de las rodillas.

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