✦; capítulo 5

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Era la segunda vez que Louis pisaba el penthouse de Harry

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Era la segunda vez que Louis pisaba el penthouse de Harry.

El sitio le gustaba, años atrás solía decir que el chico tenía un muy bien gusto para la decoración, amaba el estilo minimalista, era locamente ordenado y también un obsesionado con la limpieza.

Los muros se hallaban pintados de blanco satinado, los muebles estaban hechos con materiales de la mejor calidad y las lámparas colgantes parecían tomadas del set de grabación para una película.

En esa vivienda, todo era impecable.

Y lo que más le agradaba a Louis, era el enorme cancel que permitía una fascinante vista a la ciudad.

No podía despegarse del cristal, estaba hipnotizado con el movimiento en las avenidas de la gran urbe y no le importaba lucir como un chiquillo curioso asomándose por la ventana de sus padres.

Incluso sonreía.

—Tengo buena vista, ¿no crees?

Harry ya se había posicionado a su lado, ni siquiera sintió cuando se acercó.

—Elegiste un buen departamento —consideró, admirando el par de sillas que yacían en la terraza exterior—. Me imagino que pagaste con un riñón, ¿no?

—Estás equivocado —Lo avistó de soslayo, riendo por la nariz—. Yo no pagué ni un centavo por este lugar.

—¿No lo hiciste?

—No.

—¿Entonces a quién se lo robaste?

De nueva cuenta, emitió una risita floja.

—Aiden lo compró —espetó, colocando una mano sobre el ventanal—. Se podría decir que fue un regalo.

Inevitablemente, Louis hizo ruido al pasar saliva y giró el cuello con lentitud para vislumbrarlo.

Tenía que controlarse.

—Tu futuro esposo es tan espléndido —Trató de no ser tan hostil al pronunciar—: Te sacaste la lotería.

—Sí... Soy muy afortunado.

—Lo eres —Su entrecejo se plisó con rapidez—. ¿Y por qué no te ves contento?

Vio que Harry se encogió de hombros, quitándole el seguro al cancel corredizo.

—El cielo está despejado  —Lo evadió, arrastrando la hoja de vidrio por el riel—. ¿Te quieres sentar?

El espacio de la terraza le fue ofrecido y aunque él ya se había inquietado, no pudo decirle que no a esa mueca de agotada amabilidad.

Contuvo su urgencia de indagar al atravesar el marco de herrería, saliendo hacia la zona privada de convivencia y cuando pisó el deck de madera, se llenó los pulmones de oxígeno, aspirando profundamente por la boca. Las alturas no le daban miedo, pero si le generaban una comun sensación de vértigo.

Drink from me 🥂 || larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora