Capítulo 26

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Siento como se oprime mi corazón. Mi pecho sube y baja sin control. No es posible. No puede ser cierto.

El doctor está mintiendo. No estas enferma, mucho menos del corazón. Tú estás bien, Sab. Tienes que estar bien.

Entre a tu habitación. Estabas conectada a un montón de cables, tenias los labios resecos, tu respiración era débil. Tus ojos ya no tenian ese brillo que tanto me encantaba. Y aún así me sonreíste. 

Quise odiarte por no haberme dicho que estabas enferma. Pero entendí tus razones, no querías vivir lo poco que te quedaba de vida en una cama de hospital, no querías la lastima de nadie. Querías vivir, tener una vida normal y aparentemente sana. Porque tu enfermedad no te definía, porque ella no te limitaba a hacer lo que querías. 

Eres tan jodidamente extraña, Sabrina.





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Att: Mar Elisa.

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