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Beber café caliente debería ser lo más normal del mundo, pero para Renjun le sabe diferente, no es el mismo café que toma, porque ese café es todo menos de lo que debería de ser, así que se podría tomar como la primera vez que siente el amargo líquido recorrer por su garganta. Sus manos frias sostienen la taza humeante, tiembla un poco por los nervios que le ocasionan los dos militares que lo miran con atención mientras beben de sus termos, no es normal encontrarse en esa situación, para nada, porque los militares jamás dan café gratis. Cuando su mirada se eleva se encuentra con los ojos curiosos del militar que disparo a la rata, es algo alto y de piel clara, lleva segundos sorbiendo del termo y fingiendo comodidad, el otro chico le sigue sonriendo tan abiertamente como en un principio.

El viento aúlla haciendo que el frio se sienta con intensidad, al menos el chico alto y Renjun se encojen para darse calor, y aunque los escombros de lo que solía ser una casa los protege del viento, aun sienten que el frio les cala en los huesos. Llevan algunos minutos de esa forma, sentados con el líquido caliente y en silencio, no han dicho una palabra desde su encuentro y eso es incómodo al menos para Renjun que sigue pensando en Jeno. Limpia su mejilla por un cosquilleó y es cuando recuerda que tiene una herida en ese lugar, se queja y nota que la ha abierto un poco y ahora sangre comienza a aparecer.

—Tengo algo para eso— Dice el militar que había aparecido detrás de él minutos antes. Saca de entre sus ropas un par de gazas que utiliza para limpiar la sangre, Renjun se aleja por reflejo pero acepta el curioso acto de amabilidad. —¿Qué haces por aquí?

Renjun duda si decir la verdad o no, porque ellos no son Jeno, ellos son militares y eso ya es bastante malo para su situación, asi que estando pensando se pierde, sin saber que contestar o hacer busca respuestas que pueden ser medianamente creídas, aunque en su mente ronda la idea de decir la verdad y terminar con su pequeño revoltijo de ideas. Es tanto su silencio y los dos militares comienzan a sospechar de su comportamiento, sabe que si no responde ellos darán la respuesta más lógica y eso sería bastante malo.

—¿no estarás intentando salir del país? — preguntó el bajo haciendo que su compañero le diera un codazo poco discreto, Renjun se tensó al no saber si eso era peor o no de lo que realmente hacía.

—Yo solo...— titubea e intenta no mirarlos, porque a pesar de aparentar su joven edad ellos ciertamente se ven más fuertes y saludables, a él se le notan los huesos y sabe que eso es un punto en contra asi que lo que menos quiere es tener problemas con esos dos militares. —Encuentro cosas y las revendo—

—¿les robas a los muertos? — pregunta Dejun auténticamente sorprendido, esta vez el otro militar solo abre los ojos de par en par y sueltan un largo "ahh"

No es ilegal, de todos modos las personas dentro de esa área ya no necesitan sus cosas, pero va contra las reglas morales de la mayoría, aquellas que no están escritas pero todos deberían de saber y aunque Renjun no es el único que las rompe si es uno de los más jóvenes. Porque el respeto a los muertos es algo de la gente común en ese país, de la gente que aun camina por las desgastadas ciudades. El bajo militar se sienta con confianza, quizás porque se nota que Renjun no puede siquiera pensar en atacarlo o porque sabe que sería fácil evitarlo, el otro joven hace lo mismo arrebatando el termo para tomar un poco.

—Solo intento que no se hagan más— murmura refiriéndose a los cadáveres, la gente de la cuidad le agradecía ello de cierta manera. El sonriente suelta un "umm" al escucharlo.

—Un... ¿Cuál era el nombre? ¿Buitre?

—¿No les decían carroñeros?

Renjun los mira con cierto valor que se ha sacado por la confianza de ambos militares. Piensa que describirlo como alguno de esos adjetivos esta errado, pero a pesar de que le hayan regalado café a un militar no se le corrige.

SUCIO (adaptación NoRen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora