Capítulo 02

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¿POR QUÉ ALGUNAS COSAS NO PUEDEN CAMBIAR?

— ¡AGUA!

Gritó sacando toda su ropa de un solo movimiento para lanzarse al agua, feliz de que su recorrido en busca de la voz misteriosa diera frutos.

Después de una caída desde un risco no era nada fácil, mucho menos para un niño. Solitario, hambriento y sediento no era la excepción, era mucho peor de lo que se suponía que debía ser. Demasiado riesgosa para su propia vida, su propia, nueva, vida.

Tan refrescante fue que sentía que sus energías volvían a sí mismo, aprovecho a lavar su ropaje lleno de suciedad, sangre y tierra por el enfrentamiento.

La voz volvió a aparecer, esta vez riendo. — Que agradablemente despreocupado. — Eso solo preocupó más a Arthur sintiéndose espiado por lo que tapó inmediatamente con su prenda en mano sus partes íntimas. — No te preocupes, no hay mucho que ver.

Y eso lo acabo como una inminente apuñalada.

Arthur, solo son palabras. Aunque si le había caído fuerte, dispuesto a no querer escuchar más y no saber si de verdad lo podía ver, empezó a vestirse a pesar de estar roto. Un rey debe mantenerse calmado e imperturbable...

— No hagas pucheros, me disculpo por alarmarte.

Este cuerpo no está desarrollado, eso es todo. No respondió, solo prosiguió su camino después de todo, necesitaba llegar a su destino lo antes posible teniendo en mente aquella vez que alguien halago-crítico su físico.

— Me he desarrollado más con cada batalla.

— Se nota, Rey Grey. — Sonrió soltando una pequeña risa. — Lo he visto en batallas y créame que está mucho más potenciado que otros reyes que haya conocido.

— ¿Cómo debería tomar eso?

Ella se tapó el rostro con un abanico que hacía juego con sus pendientes topacio. — Criticamente un halago.

Sonrió recordando aquello, fue una velada demasiado buena para su gusto gracias a la presencia de la princesa en la junta de tratado de paz entre ambos reinos. Y así también recordó el indecoro del rey de ese país, se notaba que no le gustaba que le dirigieran la palabra a su hermana menor por lo que lo tuvo que distraer muchas veces para poder apreciar a la princesa del reino... Al menos sus movimientos, pues su rostro siempre estaba tapado con una manta de seda media transparente.

Sí, todavía recordaba su vida pasada tan cerca y fresca.

— Cambias rápido de humor, ¿Eh? — Eso lo sacó de su divagación. — Recordaste algo bueno al parecer ¿No es así?

Asintió. — A una persona.

— Debe ser especial por la cara que pusiste.

Eso lo entristeció, era verdad, ella fue una persona muy especial en su vida pasada. Fue aquella mujer que removió su mundo entero, le quitó la venda de los ojos para que pudiera descubrir lo que pasaba a sus espaldas y así mismo, abrirle horizontes que nunca había conocido; tanto físicos, mentales y espirituales.

Todo un torbellino para acabar con lo que alguna vez conoció solamente como, la fuerza de la guerra.

— Sí... — Murmuró.

Ya no habló ninguno de los dos, pues a Arthur se le miraba la nostalgia y tristeza de estar de pie cuando no tenía ese acompañamiento especial. no quería remover heridas del pasado, mucho menos hacer que volvieran a una mente pequeña.

Y por supuesto él tampoco quería remover su pedroso corazón, ahora ya tenía una prioridad mucho más importante: regresar. Estaba preocupado por su familia, vivos o muertos, necesitaba saber que fue de ellos pues haber dejado a su madre embarazada y "perder" a un hijo al mismo tiempo era peligroso para ambos.

Tu Poder Sobre Mí [Arthur Leywin x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora