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La casa era perfecta para dos personas, acogedora y con ventanas en cada cuarto no importaba si se trataba de un diminuto cuarto de lavabo. Los hermosos paisajes eran unos enormes cerros plagados de árboles de copa alta acompañados de un reconfortante olor a pino que inundaba cada parte de la casa serenando la inquietud de su nueva vida.

Vivir en aquel lugar alejado de todo peligro y maldad que traía el mundo de la cuidad para criar a su único hijo varón era un sueño hecho realidad, uno que jamás pidió, pero que agradecía a pesar del ambiente de como se había desarrollado todo.

- El lugar es increíble -dijo complacido.

- El lugar perfecto para él -la cruda e indiferente voz del padre de su pequeño de tres meses le helo la sangre.

- ¿Lo vendrás a visitar? -quiso saber, mientras acariciaba la pequeña cabeza de su bebé.

No había derecho a alegar intención, no cuando era el amante, pero por mucho que se mereciera aquella dolorosa indiferencia de su alfa hacia su hijo no era digno de tal trato, no viniendo de su padre.

- Vendré una vez por semana.

Tenia claro que su situación no era de las mejores, es más, podría haber sido peor y ser abandonado a su suerte, pero no lo fue. Él se hizo responsable y se aseguro el futuro de ambos con tierras y dinero. Además, también estaba la otra situación, su alfa estaba a solo dos semanas de contraer matrimonio con una muy reconocida alfa perteneciente a su misma categoría; Maya Yuriko, la mujer que si enamoro a Gojo Satoru el hombre que marco su nuca en contra de su voluntad.

Una vez por semana era poco, quería replicar y exigir más días para su bebé, pero la repentina entrada de uno de los guardias los interrumpió, el hombre dejo las ultimas maletas que contenían sus pertenencias y las de su hijo en el piso de la habitación principal.

- Te vigilaran las veinticuatro horas del día -dijo Gojo-. Si necesitas algo dile a Okkotsu, él estará a cargo de ti. Si necesitas contactarme se lo dices a él, ¿entendido?

Solo asintió sin verlo realmente, mientras que él le daba otras ordenes a Okkotsu.

Se acercó a la cuna previamente instalada antes de su llegada y dejo a Hotaru junto a su oso de felpa marrón, besó su frente y al levantarse, Gojo ya se había marchado dejando a un incomodo Yuuta.

- Estaré afuera vigilando por si me necesita -le dijo de manera respetuosa.

Observó a su alrededor, los muebles de primera mano lo hicieron sonreír con nostalgia, era primera vez en su vida que lograba tener un hogar tan respetable. Los orfanatos no eran precisamente hoteles de lujo y el departamento que alquilo después de obtener su primer trabajo era aún peor que el cuarto de lavabo que tenia ahora.

Debía estar agradecido, pero el recuerdo de cómo obtuvo todo hizo desaparecer toda alegría. Tenia presente aquel día cuando atendió un llamado de urgencias por intento de homicidio, siendo oficial de policía recién graduado tenia un deber, uno que atesoraba, seria su primer arresto y estaba extasiado, claro que no todo podía ser perfecto; su celo había llegado en una mansión plagada de alfas enojados.

Lo primero en su mente fue correr a un lugar donde las feromonas de esencia picosa no lo afectaran hasta tal punto que lo hiciera perder la cordura, espero la ayuda de su compañero beta en una de las habitaciones que mejor lo relajaban con un ambiente lo bastante aislado para él, era una lastima que ese lugar fuera precisamente la habitación del dueño de aquella gigantesca mansión.

- Tu padre lucia tan aturdido al verme. Fue la única vez en todo este tiempo que lo vi tan vulnerable -confesó a Hotaru-. Esa noche fue inolvidable.

Fue cuando me enamore de él.

ENLAZADOS - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora