Era consiente del sexo, pero no sabia que pudiera sentirse de tal manera, su cadera había tomado vida propia moviéndose al compás a las de Satoru, quien no dejaba de embestir con fuerza y precisión.
Su único instinto presente era besar esos labios que no dejaban de gemir sobre su cuerpo, se veían húmedos y apetitosos, sin embargo, él jamás se acercó lo suficiente.
La habitación estaba oscura, la luz de la luna era lo único que lo dejaba ver esos claros ojos entrecerrados llenos de pasión y lujuria, sus manos tibias y de dedos largos aferrados a su cadera con la intención de mantenerla en el lugar sobre la mesa para brindarle mejor acceso y mayor placer.
No se estaba conteniendo con los gemidos, lo disfrutaba sin querer que acabara, pero el orgasmo vino rápido destruyendo toda razón sintiendo aquella corriente eléctrica recorrer su sensible cuerpo. Gojo por su parte continúo embistiendo unos minutos más haciéndolo tener otro órgano pillándolo desprevenido, se aferró con las piernas a su cuerpo y espero a que él dejara salir todo su semen dentro entregándole un placer indescriptible que jamás había sentido antes.
Fue cuando abrió los ojos y notó que su pijama estaba húmedo, era cuarta vez que tenía un sueño húmedo en el último mes, sus hormonas estaban enloquecidas por su próximo celo, haciéndolo débil ante cualquier tipo de feromona alfa, precisamente a las de Gojo Satoru.
Ya habían trascurrido cuatro años desde que se traslado a la bellísima casa del campo, una que comenzó a adorar desde el primer día, las visitas de Gojo se mantuvieron en dos veces por semanas unas en donde él llegaba a primera hora del día y se iba al anochecer. Su relación se mantuvo cordial y profesional, momentos en los que solo hablaban de Hotaru y su futura educación. Aún no había tenido la oportunidad de informarle sobre su regreso como oficial de policía, pero no había apuro, todavía faltaba un año para que su hijo comenzara a ir a la escuela mejor calificada de Japón. Agradecía enormemente que el padre de Hotaru fuera responsable y cariñoso, un buen padre que daría la vida por cualquiera de sus hijos.
Yuuji se puso de pie y se arreglo para comenzar con las preparaciones de la fiesta de cumpleaños de Hotaru, nada especial solo una pequeña fiesta donde otros niños del parque con los que había jugado el ultimo tiempo vendrían comer y divertirse, Yuuta había sido de gran ayuda para preparar todo y que su bebé gritara de alegría al ver los incontables regalos que Satoru había enviado hace solo unos minutos.
- ¿Dónde está papá?
La pregunta lo sorprendió, y no solo a él también a Yuuta.
Le dio una cálida sonrisa, una igual cada vez que su hijo se sentía triste.
- Él llegara pronto, mi osito -aseguró viendo de reojo a Yuuta, quien de inmediato se alejó para obtener información del paradero de Gojo.
Su padre era el héroe de Hotaru, siempre presente jugando juegos que jamás adivinarían que un hombre tan temible como Satoru los realizara, usaban figuras de accione, se vestían de animales salvajes y hacían juegos de roles para pasar el rato. No quería aceptarlo, pero ver aquel lado tierno de ese hombre había hecho que se enamorara profundamente de él, y debido a eso sus celos llegaban con mayor regularidad los últimos años.
Cabizbajo, Hotaru se aferró a su pierna sin volver a jugar con los cuatro niños que habían asistido a su pequeña fiesta de cumpleaños. Se agacho para reconfortarlo, pero justo en ese momento aparece Yuuta con una sonrisa.
Yuuji llevo a su hijo de la mano hacia la puerta principal para ver a Satoru descender de su auto con chofer. Hotaru procedió a correr hacia sus brazos, pero la aparición de otro niño lo detuvo a mitad de camino.
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ENLAZADOS - JJK
Fanfic¿Qué se puede hacer ante una marca imprevista? Nada realmente. Solo debes continuar y seguir los pasos de tu dueño. Porque cuando un alfa marca a un omega es para toda la vida, ¿cierto? No importa si él ya tiene un destino diferente con alguien de s...