No tengo ninguna adicción peligrosa

3.7K 219 16
                                    

No tengo ni la menor idea que me pasó. Quería detenerme pero me era imposible hacerlo. ¿Dónde quedó el autocontrol que mostré para no abalanzarme sobre aquellas personas que estaban sangrando?

Todo el verano estuve provocando varias muertes.

No dejé a ninguno con vida.

Los dejé sin una gota de sangre.

¡¿Que está mal conmigo?!

- Lo siento...Adam...-fue lo único que salió de mi boca, pero a una voz casi inaudible.

Mis ojos querían cristalizarse, pero no los dejé hacerlo. Damon me había soltado para darle de su sangre a Adam y luego hacerle olvidar lo que pasó. Estaba arrodillada en el frío suelo del baño, pero no pensaba quedarme ahí todo el día. Solo fue un momento de debilidad el que tuve, pero no volvería a pasar, pues no dejaría que la sangre me dominara por completo como hace poco.

Una mano tendida apareció frente a mí, ayudando a levantarme. El rostro de Damon mostraba varias emociones: confusión y desepción eran una de ellas. Pero como siempre, una cara de seriedad trató de ocultarlas.

- ¿Acaso planeabas matarlo? - fue lo primero que dijo tras un tiempo de total silencio entre los dos.

- Claro que no. Iba a parar, no era necesario que interfirieras en mi comida. - mentí rápidamente. Lo último que quería, era que todos creyesen que tengo una adicción o algo así.

- Eso no parecía. - hizo una pausa y su semblante se endureció más. - Suficiente tenemos con el problema de Stefan Y barbie Mikaelson en el pueblo.

- Damon, ¿puedes calmarte? - dije ofuscada. - Mira, no me alimento desde Chicago, osea que era normal que tuviese hambre. No tienes nada e que alarmarte ¿de acuerdo?...Prometo ser más cuidadosa la siguiente vez.

Damon me miró por unos instantes y se tranquilizó. Hizo un ademán para que saliéramos del baño y me dirigió hacia la barra del Grill.

- Un bourbon. - pidió al barman que se concontraba rente a nosotros. - ¿Tu quieres algo? - preguntó mirando en mi dirección, pero negué con la cabeza.

- Debo volver a clases. No puedo quedarme más tiempo.

- Espera, ¿cómo que vas a clases?

- Perdí un año por todo lo que pasó antes, y digamos que mis padres no están muy contentos con eso.

- Osea que compartes clases con...- dejó a oración al aire, pero entendí a la perfección a qué se refería. Mejor dicho: a quien.

- ¿Elena? ... No te preocupes si piensas que le haré algo, recuperé mi humanidad. Y aún así, nunca le hice daño ni cuando pude estando con mi humanidad apagada. - me defendí.

- Iba a decir Stefan...

Genial...simplemente genial. Deberían darme el premio a la tonta del milenio.

Mi cara se volvió totalmente roja y miré hacia otro lado para que no me viera así.

- Debo irme. Ya perdí una clase...- grandes escusas para salir de ahó ¿no? Bueno, se hace lo que se puede.

- ¿Desde cuando te volviste tan responsable? - ironizó el ojiaiazul con un sarcasmo tan propio de él, que ya estaba acostumbrada.

- Desde que trato de encontrar una escusa para irme antes de meter más la pata. - pensé en voz alta.

Un momento...desde cuando pienso en voz alta...¡Mierda!

- ¿A sí? - rió de nuevo. Pero esta vez de una manera sincera. - No es necesario que pongas excusas para irte, me gustan tus metidas de pata. - confesó mientras aquella sonrisa que tenía no abandonaba su rostro, y si mirada penetrante y profunda se filtraba por todo mi ser. Poniéndome nerviosa.

Amor con Colmillos © - 2da TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora