Capítulo 2 - La chica del cabello plateado.

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Llegó el sábado, me encontraba preparándome para ir a la fiesta de Ámber, Rin estaba conmigo como todos los fines de semana, ella me estaba ayudando a elegir la ropa que mejor me sentaba para la ocasión, como si estuviéramos buscando las prendas mágicas que me convirtiera del ogro feo al perfecto y guapo príncipe azul. El conjunto ganador: tenis de tela azul marino, pantalón de mezclilla con dobladillo por encima del tobillo, playera blanca, suéter gris con cuello tipo "v" y un sombrero negro. Aunque realmente no estaba muy convencido, Rin parecía bastante motivada.

-¡Te ves bastante guapo! Seguro con esto la conquistas. Es más, si fuera yo, me enamoraría de ti. ¡Ven dame un beso! - me decía a carcajadas.

-No te burles de mí que luego lo cumpliré y tendrás que hacerte responsable de violar la inocencia de un hombre puro y casto como yo, ja, ja, ja. Pero no creo que sea bueno que vaya, no me creo preparado para intentar tener una nueva relación.

-¿Pero qué dices? ¡Debes ir! Un hombre no puede faltar a su palabra y mucho menos dejar plantada a una mujer. Además, esto te hará bien. Debes superar el pasado y mirar al frente. Solo los cobardes se quedan tirados cuando se tropiezan.

-Deberías venir conmigo, no me puedes dejar solo, ¿qué tal si lo arruino?

Me soltó y se dirigió a la cama donde se dejó caer.- No creo que sea buena idea. Este es tu momento, lejos de ayudarte tal vez sea peor ¿qué crees que piensen si nos ven llegar juntos? Seguro se harán ideas equivocadas. Además, hoy tengo bastantes cosas que hacer, tengo que actualizar mi blog de lo paranormal, el tema de hoy serán los ritos de amor.

-Ja, ja, ja. Deberías recomendarme un rito funcional.

-Anda galán, tu puedes hacerlo.- me guiñó el ojo mientras sonreía. - Ya me contaras cuando vuelvas cómo te fue.

Salí de mi casa y me dirigí al lugar citado. El cielo estaba despejado y el viento refrescaba el ambiente, todo parecía indicar que sería un buen día. Al llegar al local me quedé parado frente la puerta, dudando si entrar o dar la media vuelta y regresar mientras el frio me congelaba, seguro a nadie le importaría que yo no asistiera, pero la voz de Rinda en mi cabeza me obligaba a cruzar aquella puerta de madera con cristales en la parte alta. Ámber me recibió del otro lado con una sonrisa que le hacía verse encantadora, portaba un vestido azul, botas color café y una chaqueta de mezclilla << estaba preciosa >>, quedé absorto en su imagen por un momento hasta que me interrumpió al presentarme a su amiga llamada Kristel, una chica de altura promedio, tez clara y cabello plateado, no puedo negar que estaba bastante linda. Conversamos por poco tiempo, lo que mi pena me permitió, hasta que los demás presentes en la fiesta nos llamaron para hacer un brindis para conmemorar la ocasión. Éramos diez personas ocupando el pequeño local, mientras los demás invitados se divertían con la anfitriona y la celebrada, y la música sonaba de fondo, contemplando la escena me dirigí a la barra de bebidas en donde una persona, no más alta que yo, me salvó de mis pensamientos.

-¿También sientes que no perteneces aquí? No tienes que decirlo, se nota en tu cara. Soy Dave, primo de Ámber.

-Yo soy José, mucho gusto. La verdad es que no conozco a nadie aquí, solo a Ámber y no soy muy bueno hablando con otras personas.

-Bueno, estamos en el mismo barco, a mí me cuesta congeniar con los amigos de Ámber ¿Eres compañero de mi prima?

-Bueno, algo así. Vamos en la misma escuela.

La plática con Dave estaba yendo bien, tenía bastante vergüenza como para acercarme a Ámber, así que me refugie en la charla pensando que era lo mejor para pasar el momento.

-¿Qué piensas de la chica de cabello plateado? Está bastante bien ¿no? - me preguntó Dave con curiosidad y un tanto animado.

-Sí, creo. - La verdad es que no le había puesto atención, me sentía muy incómodo estando en una fiesta donde no conocía a nadie y a menudo me preguntaba por qué decidí asistir.

¿Y si fuera ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora