Capítulo 3.2 - Su número.

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Siendo ya las 2:35 p.m., con poco más de media hora de espera encima y un té con los hielos derretidos, me preparaba para regresar a casa. Todo parecía indicar que Kristel no llegaría y yo no pretendía esperarla por toda la tarde. Miré por una última vez la hora desde la pantalla de mi celular y al levantar la mirada, la vi; caminaba con singularidad, con un menear de caderas que movía mundos y una mirada apacible.

-Lo siento, se me hizo un poco tarde.

¿Un poco? Pensé, pero me alegró que, a pesar del retraso, haya llegado.

-Bueno, lo importante es que ya estás aquí.

Nos dirigimos al cine ya que tenía conmigo un par de entradas gratis. Realmente no había pensado en qué hacer en la cita y ni siquiera sabía que se hacía en estos casos, después de todo, nunca tuve una anteriormente.

Decidí tomar la séptima avenida para que el camino fuera corto y sin distracciones, quería que el cine fuera nuestro punto de partida, de esa manera tendría tiempo para pensar en mi siguiente movimiento.

Me encontraba bastante nervioso mientras veíamos la función, Kristel miraba atentamente la película; esa tarde se proyectaba El valle de las luciérnagas. Con su mano sobre el apoyo para brazo del asiento, aniquilaba yo mismo mis esperanzas de tener un amor correspondido por Amber al mismo tiempo que aumentaban mis ganas de tomar la mano de mi acompañante, pero no quería arruinar el día con ese mal movimiento, sí realmente quería conseguir algo, ese no era el momento correcto.

El tiempo, tan relativo (como había escuchado por ahí), pasó tan deprisa para mí, tan rápido como un pestañear, ya estábamos casi al final del día. En nuestra caminata hacia El parque Romanza, paramos en un centro de juegos donde había una máquina de peluches, con uno en específico al que Kristel no paraba de mirar; un oso panda con túnica azul y sombrero puntiagudo del mismo color. Tomé algunas monedas y me dispuse a sacarlo, cosa que obtuve después de seis intentos. Pensé que estaría feliz al regalárselo, pero más bien pareció lo contrario, lo sostuvo con un mirada melancólica aunque intentó disimularlo con una sonrisa.

Llegamos al parque y el ambiente era incomodo, muchas parejas abundaban por el lugar lo cual, por momentos, me hacia pensar si nos veíamos como una. Caminamos por un momento antes de sentarnos en una de las bancas para platicar. Sentía que se divertía pero de pronto su mirada cambio y su sonrisa se apagó, no me quiso decir que le sucedía, pero estaba claro que había visto algo, o mejor dicho, a alguien. Me pidió que nos fuéramos del lugar y nos retiramos terminando así la cita.

¿Y si fuera ella?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora