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𝟎┃𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨
Balanceó entre sus dedos la moneda con facilidad, sus pasos resonando a lo largo del callejón y el salpiqueteo de las botas chocando contra el mojado pavimento. Los ojos de Casha dirigiéndose hacia la derecha, de ahí a la izquierda y finalmente terminaron en el frente, agudizando cada uno de sus sentidos pudo llegar a oír la respiración errática de ese hombre, sonrió con sutileza, dejando la moneda en el bolsillo de su chaqueta y enderezando su postura.
—No tienes porqué huir —Musitó, ladeando la cabeza mientras avanzaba hasta donde había escuchado ese suave sonido casi inaudible—. Ya sabes, no hay escapatoria, sal de donde quieras que estés...
Era como jugar al gato y al ratón, en donde ya había un ganador asegurado.
Bromeó con falsa amabilidad, redució sus pasos cuando sintió el leve movimiento en la izquierda, pudo visualizar en cámara lenta como un puño magullado se adelanta a salir de la oscuridad, solo tuvo que correr la cabeza para que este no entre en contacto con su rostro.
Fue ahí cuando ese hombre salió de su escondite, tembloroso y manteniéndose de pie aún si tenía graves heridas. Consideradamente o no, si él no cooperaba sería un peor resultado.
Entrecerró los ojos, parecía hosca y sin sentimientos al respeto de su estado, pero todo tiene un 'por qué', si este sujeto no hubiera hecho lo que hizo, no estaría en esta situación y Casha se encontraría en su departamento disfrutando cada serie de Netflix y animes.
—No puedes mantenerte de pie, no te beneficia en nada intentar combatir conmigo —Masculló, levantando la mano y haciendo un movimiento en señal de paz, al menos tenía conciencia de que unos golpes más le haría un daño interminable—. Entregarte es la mejor opción. Ya sabes, para evitar más heridas.
—¡N-no quiero ir a la cárcel! —Gritó con voz ahogada, volviendo a hacer el esfuerzo a querer golpearla o llegar a hacerlo.
Eso dicen todos.
Si no te gusta la idea de ir a la cárcel, solo tienes que hacer las cosas bien. ¿Qué necesidad de llegar a el extremo de ganarte años o cadena perpetua en la cárcel cuando puedes vivir con normalidad sin lastimar ni perjudicar a nadie?, no obstante, también estaban los casos en donde tienes que recurrir a ese tipo de trabajo para sobrevivir, lo entendía en ese punto.
Enredó su mano alrededor del puño cerrado, tirando de él hacia sí misma para luego con un movimiento rápido voltearlo, ocasionando que este caiga duramente al suelo sin mucho preámbulo.
Él emitió un quejido y se movió con el propósito de ponerse de pie, ubicó la punta de su bota en el abdomen y lo obligó a mantenerse en el suelo.
—La condena que te darán va a ser extensa, te recomiendo redimirte por tus pecados —Se Inclinó para estar en su visión—. Y más te vale recordar mi nombre.
