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Había aceptado, obviamente. Cómo podía negarme a un viaje de fin de semana con alguien que disponía de mi dilema y me ayudaría a resolverlo. Había dicho que en ese tal evento habrían personas que podrían ayudarnos a buscar, a encontrar la ubicación geográfica de mi apellido, al menos así podría achicar el rango. Sabía lo que diría Dalia si me viera.

-No debes andar con extraños, nena, es peligroso.

Yo solo habría hecho algún chiste sobre como eso no me parecía realmente importante y ella perdería la paciencia dándome un manotazo en la nuca. Alma me miraba con desaprobación cada vez que Dalia me corregía, porque sabía que era mi culpa, que había sido apropósito. La satisfacción de que esa mujer perdiera los estribos era la única distracción que necesitaba las tardes que habían decidido que en la cocina mejoraría mi comportamiento y fue así. Alma me había encaminado pero no de la manera que todos esperaban. Me había enseñado que las travesuras y las maldades se hacían mejor en silencio y que nadie podría culparme si pretendía ser una chica buena. En ese entonces, a mis 9 años, me pareció una idea muy inteligente pero ahora de grande me doy cuenta de que todo fue un truco de mi cocinera favorita para que dejara de causar problemas. Me reí inconscientemente despertando la atención de mi acompañante.

-Que?- Le desafíe.

-Nada, te ríes sola. Sabía que estabas loca pero no sabía a qué grado.-Bromeo

-No digas estupideces, solo me acordé de algo gracioso.

-Come las papas que me hiciste comprar.-Dijo sin preguntar sobre mis recuerdos.

-No me gustaron tanto.-Hice cara de asco mientras me llevaba a la boca otro bastón embarrado de la mostaza más fuerte que había comido en mi vida. -Por cierto, gracias por las cosas que me compraste.

-No hay de que, no podíamos venir a la playa si no tuvieras ropa o protector solar.

-Tienes razón.

-Aunque me sorprende que no hayas pensado en eso antes, vives a diez cuadras de la costa.

-No conocía la playa hasta que me mudé a la universidad así que no tenía trajes de baño. No eran mi prioridad cuando conseguía plata.

-¿Y cuál era tu prioridad?

-Ropa que no me hiciera ver como una niña del orfanato, para mi y mis hermanas.- Baje la mirada recordando nuestras carencias.

-¿Dónde están ellas ahora?

-No estoy segura, me fui antes a estudiar y cuando volví ya se habían ido.

-Lamento eso.

-No volví a verlas.

-Ahora puedes, algún día cuando vuelvas.

-No lo haré. Jamás.

Estuvo a punto de preguntarme, y yo deseaba responderle pero no sucedió, solo me miró detenidamente y dejó el tema de lado concentrándose en las olas de la playa. Tal vez no quería presionarme a que hablara de algo que sabía que me dolía pero mi lado mas masoquista me decía que no le importaba profundizar cuando yo deseaba que lo hiciera. El ambiente estaba tenso y el sol que hasta hace un momento se sentía abrazador, ahora me quemaba la piel. Podía sentir la capa más externa de mis células achicharrandose. Me removí nerviosa un par de veces, él no volvió la vista en ningún momento. Un terrible pánico me apresó cuando se instaló en mí la idea de que relacionarme con él sería otra pérdida más a mi lista de nostalgias. Su posible rechazo o desinterés al terminar la búsqueda de mis orígenes se sintió como una flecha ardiente atravezandome el pecho. ¿Porque me había permitido ésto si sabia como terminaría? Que caso tenía si me había jurado jamás volver a Lombardía. Y cuando esta gran travesía acabará volvería a ser "Clara, la huérfana" y él volvería a ser un hombre de traje muy apurado y nada más. No seríamos amigos, no volvería a verle. Que importaban los resultados.

Amaro come l'alcool.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora