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Pov Egon

Por suerte se había quedado en su lugar. Mi padre me mataría si se enteraba que andaba por ahí peleando con una adolescente insensata. No sería de mi porte, de mi herencia. Y mucho menos ahora que la empresa sufría varias caídas. Mis ojeras delataban las noches de desvelo que nos había tocado revisando cuentas y haciendo llamadas de súplica para recuperar acuerdos. Y ni hablar de mi vida privada, que aunque parecía nula y aburrida, solo sumaba otro mal trago a mi rutina. Los problemas familiares que cargaba de toda la vida, la arrogancia de mi hermano y el poco compromiso de mi padre en cuanto a nuestra crianza. La muerte de mi madre había derrumbado cualquier tipo de conexión emocional que tuviéramos entre nosotros. A escondidas había empezado a verme con una terapeuta que me hablaba de mi miedo al compromiso a causa del abandono afectivo de mi familia ya que al ser tan chico cuando ocurrieron las tragedias quedé a mi suerte. Pero a estas alturas, todo aquello parecía más bien un recuerdo lejano y borroso, la persona que era hoy, era la que llevaba siendo toda mi vida.

-Egon, tu padre te necesita en la oficina en 10. -Dijo la secretaria. Una morena de anteojos que siempre fastidiaba mis mañanas con esa misma petición.

-Bien.

Me necesita, dice. Mentiras, solo quiere enredarme en sus estúpidos negocios. No entendía que venía saliendo mal, todo parecía casi firmado y de pronto decayó. La empresa, los negocios, la plata. Todo en caída. Me tenía cansado, exhausto. Y ahora está insoportable colegiala y su discurso moralista sobre los camareros amables. Me vi obligado a buscar alguna forma de detenerla. Notaba su miedo en el ascensor, se estaba arrepintiendo de seguirme. Le llegaba tarde el sentido común al parecer pero la propuesta que le hice solo era otra carga más, no sabía que haríamos los dos compartiendo un desayuno por voluntad propia. Sería tedioso. El único momento de paz que conseguía en el día ahora tendría que pasármelo con ella y su insoportable carácter.

Entré a la oficina de mi padre, que me esperaba con mi hermano mayor, Luca. Ambos traían una cara sería, hasta fúnebre diría yo. Algo malo tendría que haber pasado. No eran de preocuparse demasiado por los temas de la empresa, debía ser otra cosa.

-Siéntate Egon, tenemos un problema-. Dijo mi padre.

-¿Cuál?- Dije quedándome a un lado de la puerta ignorando su mandato.

-¿Recuerdas el conflicto que tu hermano tuvo hace años con otro muchacho? ¿Que terminó preso por sus agresiones?

Por supuesto que recordaba habían venido los padres del chico a pedir disculpas por lo que su hijo había hecho pero eso no lo salvó de que fuera encarcelado. Por lo que yo sabía era un chico muy inestable, sus pobres padres no tenían la culpa pero mis padres fueron severos. Temían que dañara a Luca o algo peor así que tomaron cartas en el asunto e hicieron la denuncia. No tomo mucho tiempo reunir las pruebas para encerrarlo. Fue poco antes de la muerte de mamá y mucho antes de que yo volviera a casa.

-Si, algo. ¿Que paso?

-Está libre, escapó y tenemos miedo de que vuelva a querer atacar. Ya es un hombre grande, podría reunir fuerzas para dañar a tu hermano o a nosotros. Sabes que las cosas no terminaron bien entre ellos dos.

-¿Y yo qué puedo hacer?

-Solo quiero que estes atento que estare pidiendote algunos favores. Mientras pasate a ver a tu hermano que todo esto lo tiene muy nervioso. - Dijo indiferente sin mirarme como si estuviéramos hablando de un tema sin importancia.

-¿Por qué yo?

-Porque eres su unico hermano, Egon. Solo haz lo que te pido.

Suspiré, era verdad que solo estabamos nosotros dos pero nuestra hermandad era casi un polvo de la niñez.

Amaro come l'alcool.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora