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—Aquí tienes. —La dama Jin le extendió una prenda de ropa—. La princesa necesita este vestido para la noche y este otro para mañana a primera hora. —No tenía buena expresión, lo que indicaba que estaba de mal humor—. Y no se te olvide limpiar la terraza y acomodar la habitación de su alteza después de que salga.

Rei solo pudo asentir, ni siquiera se atrevía a responderle a la dama por miedo a que su castigo se hiciera más pesado de lo que ya era. Prácticamente estaba haciendo todas las labores de las doncellas de la princesa ella sola; lavar, limpiar y ordenar, obviamente esta vez en grandes cantidades. Así será hasta que comience el próximo mes, todo por estropear un pedazo de papel, uno muy importante.

Todo el tiempo intentaba no culparse, pero era inevitable sabiendo que había recibido una tarea de gran importancia y terminó estropeando todo, y por si fuera poco, había sido perdonada por tal error. Si lo pensaba bien, fue afortunada de que no la encarcelaran, o peor.

Decidió que era hora de dejar de torturarse mentalmente y comenzar con sus tareas para no retrasarse durante el día con alguna otra actividad que pudiese surgir. Llegó al cuarto de servicio del palacio principal, donde se encontraba lo que necesitaría para lavar la delicada ropa de la princesa.

—¿Qué área te asignaron?

La repentina presencia de otra chica en la habitación le hizo dar un respingo. Al tenerla enfrente, pudo notar que se veía más joven que ella, como si aún fuera una adolescente.

—Los aposentos de su alteza y alrededores.

—¡Qué bien! Estaremos cerca, me tocó el edificio para visitas.

Rei retomó lo que hacía, no podía seguir perdiendo el tiempo. Mientras tomaba lo que requería la chica le seguía el paso como si fuera un gato en busca de alimento.

—Por cierto, soy Lee Hyunseo. ¿Cuál es tu nombre?

—Kim Rei.

—¡Escuché de ti! Eres la que...

—No lo menciones —dijo alzando la voz, alterada. Sabía que la chica iba a tocar el tema que intentaba superar—, por favor.

—Bien —Hyunseo la siguió con la mirada, tenía una expresión juguetona en el rostro—. Escuché que la reina madre la humilló frente a las doncellas.

Rei se detuvo, confundida por las palabras de la contraria.

—¿Qué?

—La dama Jin olvidó notificarle a su alteza que tenía una clase de arquería con la reina madre.

—No puede ser.

—Es como una cadena alimenticia. Es lamentable que seamos el eslabón del que todos se alimentan —Se quedó en silencio un momento, con la mirada perdida—. Pero bueno, cuentame más de ti, Kim Rei. Has estado visitando Primavera muy seguido, ¿no es así? Las damas hablan de ello.

—¿Hay algo sobre lo que no hablen? —replicó con sarcasmo.

Era claro para ella que rumoreaban porque sospechaban de un posible enamorado. Y eso no podía ser posible, porque las damas de compañía, mejor conocidas como damas de la corte, no podían enamorarse.

Cuando una doncella se convierte en dama de la corte obtiene ciertos privilegios y comodidades, pero a cambio debe dar algo: su vida.

Una vez que entran al palacio no pueden salir, sus vidas dejan de ser suyas para pertenecerle a la familia real, entonces no pueden tener ninguna distracción porque siempre deben poner primero a la realeza, incluso en los peores casos.

Desde muy joven se mudó al palacio, no era más que una niña que fue enviada por orden del rey cuando llegó. Después de cumplirse diez años de nacer un heredero al trono se iniciaba un reclutamiento para encontrar a las personas que le servirían por el resto de su vida. Así es como terminó ahí, su familia al ser de buena reputación fue seleccionada, lo que quería decir que Rei debía ir al reclutamiento.

Love Letter ⋆ LizReiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora