↠Parte Diez↞

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Estaba demasiado agotada de pelear contra su amor, por supuesto que lo estaba, no quería decepcionarla, pero tampoco podía dejar todo de lado, no era tan sencillo

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Estaba demasiado agotada de pelear contra su amor, por supuesto que lo estaba, no quería decepcionarla, pero tampoco podía dejar todo de lado, no era tan sencillo. No cabía duda de que si así fuera, el camino más sencillo hubiera sido su primera opción, uno en el que tuviera a todos felices y orgullosos, y así ella podría regresar a sentir paz.

Solo quería sentarse a diseñar por horas, vivir a base de café, de hacer el amor con Nayeon y soñar... como cuando apenas era una una aprendiz y ella una empleada.

Entonces, no era consciente que, lo que para ella parecía ser normal, terminarían siendo los mejores años de su vida. Aquellos en donde su padre no faltaba, y no debía pensar en que la jodida bolsa de comercio no caiga, ni sobre estrategias para amortiguar una posible crisis financiera. Sólo quería regresar a casa y abrazarse a esa tonta alfa que solo sabía reclamar y reclamar, y descansar unas horas de corrido. Si tan solo hubiera sabido lo que le esperaba, no se hubiera expuesto…

¿El amor se podía ver de ese color tan oscuro y desesperanzador? La furia con la que su castaña daba cada paso más lejano a ella, la desesperaba. Siquiera sabía que el pulso se pudiera alterar ante la angustia, pero le oprimía de un modo que no sabía explicar.

La detuvo, desesperada, tomándola de un brazo, pidiéndole que no se fuera aún, no sin hablar, y la alfa se apartó con una brusquedad, como si su toque le hiciera daño. Mentiría si dijera que no le dolió, porque le dolió tanto que creyó que le atravesaba el pecho y le arrancaba el corazón con su afilada mirada.

—¡Suéltame! —Exclamó Nayeon, soltándose de su agarre. 

—¡Ya basta! —Advirtió la omega, una vez más como si estuviera regañando a su cachorro.

Después de notar los ojos de las secretarias del piso sobre ambas, sintió la incomodidad. Cuando la rubia puso sus ojos sobre el par de betas, las mismas supieron que debían dejar el piso y agradeció aquello, porque no estaba para pensar en chismeríos que aquello pudiera provocar y opiniones innecesarias. Siempre deseaba correr a todas las personas que se atrevían a opinar sobre su vida personal, pero sabía que no funcionaba de ese modo tan sencillo. Nada era tan sencillo como le gustaría verlo, como Nayeon lo veía...

—¡Basta tu! ¡Esa maldita idiota! ¿Porqué la defiendes? ¿Tanto te importa? —Le regresó la mayor, en el mismo tono de hastío. —¿Cuándo haz dejado de confiar en mi Jeongyeon? ¿Cuando rayos acabó todo de este maldito modo entre tu y yo? —Cuestionó con la voz rocosa. Quería poder ignorar lo que sentía, quería dejar de sentirse tan acabada, después de todo siempre había creído que era su pero enemiga. ¿Cómo le podría explicar eso?

—No puedo soportarlo... —Jadeó la rubia, removiendo los puños como muestra de su impotencia ante la lluvia de reproches de su alfa. Sabía que sucedería, solo lo había estado ignorando, quiso creer que sería más sencillo. Pero no, nada lo era.

𝑹𝒆𝒘𝒊𝒏𝒅↞[2Yeon] G!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora