Capítulo 1

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Kao Noppakao, desde muy temprana edad vivió con el peso de llenar las expectativas altas de otros, todos a su alrededor estaban seguros de que sería una persona muy exitosa en el futuro, después de todo siempre fue guapo, inteligente, con dinero, nada más mencionar su apellido muchas puertas eran abiertas, en definitiva estaba destinado a la grandeza y sin tener que mover un solo dedo de su mano, pero eso era algo que lo tenía sin cuidado, para él ese no era su futuro, odiaba tener las miradas puestas sobre si, en la escuela, en eventos familiares, en la calle, todos esperando algo extraordinario de su parte, siempre decretaban su éxito a pesar de solo estar iniciando cualquier proyecto, no podía haber margen de error en su vida, siempre tenía que ir con lo que otros pensaran lo hacía feliz.

Eso lo habia llevado a encerrarse en sí mismo, convirtiéndose en una persona seria, una a la que le costaba decir más de dos palabras en una conversación, se habia colocado una máscara de indiferencia en su rostro, que en vez de alejar a todos, los atraía como abejas a la miel, al parecer el misterio y el hermetismo eran más interesantes que una persona extrovertida; buenas calificaciones, trofeos deportivos, portadas de revistas, fiestas de alta sociedad, era todo lo que habia en su vida, una vida completamente vacía, llena de banalidades que ni el mismo comprendía.

Solo habían pocas personas que podían penetrar la barrera que construyo a su alrededor, uno de ellos era su padre que a diferencia de los demás no esperaba nada de él, era quien más lo presionaba para cumplir con ciertos estándares que le habia fijado, tenía que ser perfecto, casi una máquina, cosa que llego a frustrarlo muchas veces, porque no habia manera de complacer a su progenitor, ni siquiera su nacimiento fue un acontecimiento importante para su padre y todo porque era la sombra de su hermano mayor, el perfecto hijo que siempre habían querido, era amable, relajado y dispuesto ayudar en lo que sea, Kao no lo odiaba, después de todo era el único en aquella casa que estaba allí para él, teniendo un consejo acertado incluso sin conocer la realidad del problema en el que estuviera metido.

Luego estaba su único amigo, un joven de casi su misma edad llamado Up, el cual era todo lo contrario a él, ruidoso, extrovertido, con una sonrisa en sus labios todo el tiempo y que no le temía a insultarlo por cualquier cosa, eran polos opuestos, pero de alguna manera habían congeniado y se la llevaban bien, tanto que la gente no entendía como era posible, la realidad era que Kao quería un poco de la libertad que su amigo tenia, nadie esperaba nada de él y por lo tanto podía desenvolverse con mayor libertad.

Pero, eso no iba a suceder, su nombre era Kao Noppakao y su destino ya habia sido trasado, con el tiempo sus caminos se fueron separando, su personalidad no cambio, siguió siendo la misma persona seria, inteligente y con dinero, mientras el otro se convirtió en ese rayo de luz que todos querían perseguir, tanto que un productor una vez lo vio por la calle y en medio de nada se convirtió en un actor, que ahora salía por las pantallas de la televisión.

Al terminar la universidad, encontro su oportunidad de oro, su abuela le habia dejado una pequeña herencia que le fue entregada justo en ese momento, la cual muy inteligentemente traspaso a una nueva cuenta a la que él solo tuviera acceso y tan solo unos días después tomo sus cosas, dejándole una carta a sus padres en donde les decía, que renunciaba a su herencia y que no lo buscaran para llevarlo nuevamente al seno de la familia, petición que fue cumplida por sus ellos y hermano, después de todo nunca habia llenado sus expectativas.

Cosa que para él fue perfecta, por fin tenía control de su vida, estaban en la misma ciudad, pero en polos apuestos, se instaló en un barrio de clase media, en una casa lo suficientemente grande para su gusto y consiguió un empleo que le permitió vivir como una persona normal, bajo perfil, dándose cuenta de algo que no habia visto mientras vivió con su familia, era un hombre de rutinas, mecánicamente comenzó a fijarse un horario para hacer las cosas y eso le trajo paz y tranquilidad, una que no habia sentido antes.

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