Capítulo 4: Kagami

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N/A: Lo siento. Siento tardar tanto. Siento tardar cada vez más tiempo. Desearía volver a ser una adolescente y no tener las preocupaciones que tengo ahora. Preocupaciones que se comen mi tiempo y no me dejan mucho para hacer mis aficiones.

Espero que no os parezca aburrido.

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Abro la puerta y entro al coche. Saludo a mi madre y me permito perder un poco la compostura. Estoy tan cansada.

Puede que sea el estrés de la guerra contra Lepidóptero, llevar las clases al día o que no duermo bien por las noches. Supongo que esto último es lo más influyente en la situación.

Siento como si alguien me observara por las noches, al dormir. Eso me hace despertar, estar alerta y no volver a dormir.

Miro por la ventana. Hoy hace demasiado sol para mi gusto. Algo bueno de que haya sol es que me relaja, al contrario que ocurre cuando hay nubes y tormenta. Pienso en dormitar en el camino a casa, es poco probable que sienta eso en el coche. La idea se desvanece en cuanto veo el agua.

Mucha agua, como si hubiera habido un tsunami, cubriendo el suelo a una altura considerable, altura que va en aumento.

– Mamá, para el coche. – le pido.

Esto debe ser un akuma.

– ¿Por qué?

– La ciudad se está inundando, tenemos que salir de aquí.

Da la orden y el coche se para. Ambas abrimos las puertas y salimos.

El agua está helada, estamos en noviembre. Emana de algún sitio que no consigo localizar, pero eso no es urgente, pues su llegada es casi sosegada, aunque constante.

Otros coches también se han detenido y sus ocupantes hablan alto. La gente en la calle ha caído presa del pánico, como ya es habitual.

El agua me alcanza las caderas y sigue aumentado a una velocidad preocupante. Rodeo el coche hasta donde se encuentra mi madre, de quien no pienso alejarme en esta situación.

Debe ser obra de un akuma, no hay duda.

El agua sigue subiendo y empezamos a dejar de dar pie, a flotar. Agarro a mi madre y la llevo hasta el edificio más cercano. Cuando el nivel del agua llegue a la suficiente altura nos subiremos sobre él.

– ¿Qué estás haciendo?

Debe haberse figurado que es un ataque de Lepidóptero.

– Nos llevo a un edificio al que poder subirnos o agarrarnos.

Otras personas hacen lo mismo. Los primeros en alcanzar a subir son hombres jóvenes. En este momento, se detiene el agua.

La mayoría no han subido por no tener los brazos lo suficientemente largos, motivo por el cual estos primeros hombres les ayudan a subir.

Las mujeres y hombres de mediana edad impulsan a los demás para que los hombres jóvenes tiren de ellos. Niños, ancianos, animales... Nosotras esperamos nuestro turno. Primero ayudaré a mi madre y después subiré yo.

– ¿Qué es eso? – pregunta un niño a cierta distancia, tanta que no estoy segura de haberlo oído bien. Hasta que alguien más grita.

– ¡Rápido!

La gente se alarma aún más. No espero y llevo a mi madre a un hueco en la pared. Si se apoya en mí, alcanza el borde del tejado.

– Toca la pared, está a tu derecha. – le indico. – Súbete sobre mis hombros.

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⏰ Última actualización: Mar 25 ⏰

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Triple Súper 2: Hermandad del Akuma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora