Hilos de Resistencia 🕸️🛡️

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De repente, Noah sintió como algo lo jalaba de la espalda y lo echaba hacia atrás, callo de espaldas y se quedó sentado en el piso, esperando lo peor y cerró los ojos.

— Vamos, levántate, tenemos que correr niño — la voz que escuchó era muy dulce, femenina, y mientras lo ayudaban a pararse vio como un hombre corpulento corría con un hacha en la mano y atacaba a las arañas que estaban empezando a morder uno de los brazos de Leo, cortó las telarañas que cubrían sus pies y ayudó a Leo a pararse mientras blandía el hacha para alejar a las demás arañas y matar a las que estaban más cerca de ellos. Cuando Leo se logró poner de pie, todos corrieron.

— Vamos chicos, el refugio ya está muy cerca, no se rindan.

La mujer que ayudaba a Noah a seguir corriendo los guiaba hasta las puertas de la escuela que hasta el momento habían estado cerradas, cuando las alcanzaron entraron corriendo y el hombre, que se quedó hasta atrás, cerró con fuerza.

— Vamos chicos, rápido. Ya estamos más seguros, pero aún no estamos a salvo.

— Emma, llévalos al refugio, yo sellaré la entrada muy bien, asegúrate de que no estén lastimados, enseguida los alcanzo.

Entonces, la mujer, Emma, junto con Leo y Noah, siguieron avanzando por los oscuros pasillos de la escuela hasta que llegaron a la biblioteca. Cuando entraron sintieron una oleada de aire cálido y vieron como dentro había bastante gente, profesores que los reconocieron y les llevaron unas mantas y chocolate caliente. Ambos seguían muy asustados, pero el más afectado era Noah, a pesar de no haber estado en la situación de Leo se sentía como si él hubiera estado ahí, sentía que las arañas le recorrían la piel, pero Emma los estaba revisando en ese justo momento y ambos estaban limpios y sin heridas más que la pequeña torcedura que se había hecho Leo en el tobillo al caer en la trampa de las arañas.

Después de unos pocos minutos en los que Noah pudo despejar un poco su mente, llegó aquel hombre que también los había salvado y se sentó junto a ellos.

— ¿Están bien? No se preocupen, ya están a salvo, ya no entrarán aquí, así que no se preocupen. Mi nombre es Marcus. ¿Cómo se llaman ustedes?

— Yo soy Leo.

— Y yo Noah.

— Y díganme niños, ¿qué hacían ahí afuera? Es muy arriesgado salir en estos momentos.

— Yo... —empezó a decir Noah — perdía mi familia cuando todo esto empezó, ahorita, quiero volver a encontrarlos, quiero saber que están a salvo y no me importa lo que los demás digan, yo intentaré encontrarlos.

— Ey niño, no creo que sea buen momento que lo sigas intentando en estos momentos, no solo. — Lo interrumpió Emma, — Te quedaste congelado ante esa cantidad de arañas ahí afuera y no pudiste ayudar a tu amigo, ¿en serio crees que puedes llegar a encontrar a tu familia y ayudarlos si lo necesitan tú solo? Yo no lo creo.

Noah la volteó a ver con un poco de lágrimas en el rostro, sabía que no podía hacerlo solo, le frustraba saber que ahora no era suficientemente fuerte para enfrentarse a esas cosas, no aún.

— Pero... — intentó hablar, pero nuevamente fue interrumpido por Marcus.

— Noah, lo que Emma quiere decir es que no volverás a salir solo de aquí, te acompañaremos. Hemos estado esperando salir de este refugio, necesitamos más espacio, nos estamos quedando cortos y nos faltan provisiones. Te ayudaremos y por ahí conseguiremos provisiones para traer de regreso.

Noah asintió con lágrimas en los ojos y Leo le tocó el hombro asintiendo, dándole a entender que él también lo acompañaría, como los grandes amigos que eran, nunca se despegaría de su lado hasta ayudarlo a encontrar a su familia.

Hijos de la aracnofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora