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Sarah Tatiana Williams nació en una bonita noche de eclipse y del matrimonio compuesto por Linda y Robert Williams. Ambos eran los últimos miembros de su familia; ni tíos, ni abuelos o algún otro pariente lejano. Aun así, sus primeros años de vida fueron mágicos y divertidos. Pero, por desgracia, había quedado huérfana con solo ocho años.

Sus padres fueron asesinados cuando volvían de una velada romántica. Lo que le valió una entrada al orfanato local. Allí, aprendió lecciones que le ayudaron a endurecerse y madurar de golpe. Su alegría, imaginación e inocencia pasaron a ser cosas ocultas en un rincón de su corazón. El valor, la cautela y el sigilo se hicieron cargo de que nadie la tomara por tonta. Se volcó con gran esmero en tener las mejores notas de su escuela, no estando dispuesta a decepcionar el recuerdo de sus padres.

Y, tan terca y temeraria como ella era, consiguió entrar a una buena secundaria. Para, posteriormente, presentarse en la universidad que tanto le había promocionado su madre. Sarah quería ser actriz, como su difunta progenitora.

Tras mucho esfuerzo y dedicación precoz, la joven consiguió entrar al rubro. Con diecinueve años, Sarah ya vivía sola en su propio departamento. Siendo la estrella del renombrado director Herald Jenson, quien estaba trabajando en su nueva obra musical con el famoso productor Louis Granvile y su guionista favorito, Frederick Brown.


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Jareth Timothy Kingston llego al mundo en una noche de luna azul. Su madre, una bonita mujer de veinte años llamada Irene Jones (que estaba sola en el mundo), se había casado con un apuesto hombre mayor llamado Charles Kingston. El hombre era rico y, como ella, no tenía ningún familiar vivo. Se conocieron en una ópera (donde ella trabajaba) y se enamoraron locamente como dicen los cuentos de hadas 'a primera vista'.

Jareth creció entre lujos y muy mimado. Amado por sus padres como la joya más preciada. Lo que creo un ego importante en él, y una arrogancia, que fueron atenuándose con los años.

Fue un alumno avanzado, inteligente y práctico. Un compañero travieso, alegre y algo retorcido. Sus padres le inculcaron amor por la música, el folclore mitológico y el arte. Así que no fue una sorpresa cuando, con veintidós años, Jareth aviso a sus padres que se mudaría a Nueva York para trabajar con su padrino.

La despedida fue algo agradable, sin tantas lágrimas como hubiese esperado el rubio.

Jareth arribó en su nueva ciudad con las expectativas muy altas. Buscaba nuevos escenarios, nuevos rostros... y, algo que no se atrevió a revelar a nadie, un amor tan fuerte como el que tenían sus padres. Con la terquedad que su madre siempre criticaba, y su indomable mente soñadora, sabia (de alguna manera) que lo que tanto ansiaba, estaba allí: solo debía encontrarla.


*


Era un día de locos.

Se levantó temprano, pero se le quemó la cafetera. El ascensor de su edificio estaba en mantenimiento, por lo que tuvo que bajar trece pisos por la escalera. Una vez en la calle, no pudo conseguirse su café de la mañana porque había obras públicas enfrente de su cafetería de confianza. Llego a la oficina de su jefe justo a tiempo para ver como perdía el segundo ascensor del día. Y, cuando ya estaba en el piso correcto le avisan que el director se estaba reuniendo con su ahijado y que posponía la entrega del guion para el día siguiente.

Sarah llego a la hora del almuerzo de mal humor y rechinando los dientes.

Viajo hasta el teatro, donde se realizaría la obra, después de comer y calmarse un poco. Al entrar al viejo edificio, fue recibida con amabilidad por los demás involucrados en el proyecto. La maquillista y el vestuarista la secuestraron, aprovechando que estaba libre, para las pruebas de rigor.

Labyrinth (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora