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Era el décimo aniversario.

Es increíble cómo pasa el tiempo... cómo todavía dolía. Ella estuvo la mitad de un día en su vida y su recuerdo se quedó para siempre. Torturando su alma, aniquilando cada pedazo desecho de su corazón y quemándole las pocas neuronas que aún conservaba. El primer año, la rabia burbujeaba debajo de la piel, exclamando venganza... o alguna retribución por su generosidad. Sin embargo, como el cobarde que era, fue incapaz de plantarse frente a su adversaria.

El segundo y tercer año se lo paso evadiendo todo recuerdo de ese día, de ella y de sus amigos los traidores. Evitando los lugares en donde ella dejo su pesado recuerdo. El cuarto año fue un baile perverso entre el intento de probarse que la había superado y la negación de sus sentimientos.

Se paso ese periodo borracho, de orgia en orgia y cazando dragones. Hasta que el imbécil de su lugarteniente casi hace que lo matasen. Un gran escándalo (¡Imagínate! ¡El poderoso Rey Goblin casi devorado por las bestias!) que le regreso a su apática, y aburrida, monotonía.

El quinto... ¡Oh, el quinto! Una fuerte depresión que casi hace que lo pierda todo. Sobrio y patético, llorando por los rincones, sin bañarse y descuidando su reino. Fue el hazmerreír de toda la Corte Faerie... hasta que el Gran Rey le dio un ultimátum que le regreso los sentidos.

El sexto, séptimo y octavo año fueron de aceptación, con un poco de apático desdén por sí mismo y agotamiento mental, tratando de ocupar su mente en cosas más urgentes (o distracciones). Y, el año anterior, se la paso creando ilusiones que se parecían a Sarah para rememorar ese día, todos los días.

⸺Felicidades, Jareth: ya te has vuelto, oficialmente, loco.

El maldito enano Hoggle lo encontró babeando enamorado al ver la ilusión-Sarah rescatar a una ilusión-Ludo. Ahora, sabía que debía dar por finalizado esta enfermiza autoflagelación o volverían a darle un ultimátum.

Ya que, por desgracia, un Rey no sucedía el trono en vida.

Jareth, sentado en el barandal de piedra del balcón de sus dependencias privadas, creo sus cristales mágicos y los fue moviendo en su mano de manera ausente. Una música suave, y melancólica, empezó a sonar.

Cada día, levantarse de la cama era inmensamente pesado.


I've tried to leave it all behind me (He tratado de superarlo)

But I woke up and there they were beside me (Pero me desperté y estaban junto a mi)

And I don't believe it but I guess it's true (Y no lo creo, pero supongo que es verdad)

Some feelings, they can travel too (Algunos sentimientos también perduran)

Oh there it is again, sitting on my chest (Oh, ahí está otra vez, aplastándome)

Makes it hard to catch my breath (Me es muy difícil respirar así)

I scramble for the light to change (Lucho por que la luz cambie)

You're always on my mind (Siempre estás en mi mente)

You're always on my mind (Siempre estás en mi mente)


Recuerda, con perfección milimétrica, cada detalle de su rostro.

Las arruguitas al fruncir el ceño de esas pobladas cejas. Los hoyuelos preciosos que le salían al sonreír mostrando todos sus blancos dientes. Cómo se le retorcía la naricita cuando olía algo desagradable o estaba tratando de memorizar una obra nueva. Sus exquisitos ojos verdes bosque se volvían un océano claro cuando le daba el sol o estaba feliz. Sus dientes perfectos cuando se mordía sus tentadores labios rojos, tan gorditos que parecían estar rellenos de algodón.

Labyrinth (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora