Arranca el Festival Deportivo: ¡Que Comiencen los Juegos!

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Después de despertarme, seguí mi rutina matutina con calma. Me dirigí a la cocina y preparé mi desayuno mientras la música llenaba el ambiente. Mis labios comenzaron a moverse al ritmo de la canción que estaba sonando.

Kay: "Con él te duele el corazón y conmigo te duelen los pies... solo con un beso yo te haré acabar ese sufrimiento."

Canté en voz baja mientras dejaba los platos en el lavabo y me dirigía al baño para cepillarme los dientes. La música seguía sonando, y cada tarea que realizaba la hacía al ritmo de la melodía. Me puse el uniforme escolar y salí de mi departamento, cerrando la puerta tras de mí.

Kay: "Solo con un beso yo quiero acabar ese sufrimiento que te hace llorar."

Seguí tarareando al ritmo de la música mientras descendía las escaleras, una rutina matutina que había adoptado con el tiempo.

Kay: "Ya no me importa nada, ni el día ni la hora..."

Caminaba al ritmo de la música por el complejo de departamentos y sonreía mientras disfrutaba de la melodía.

Kay: Espero que hoy sea un día tranquilo.

Dije con una sonrisa en el rostro mientras salía del complejo de departamentos y me dirigía al lugar habitual donde solía tomar un taxi.

Subí al taxi y le indiqué mi destino antes de cerrar la puerta. Mientras el taxi comenzaba a moverse por las calles de la ciudad, me dejé llevar por la música que sonaba en mis audífonos.

Kay: "Ya no puedo seguir, resistiendo esa extraña sensación, que me hiela la piel como el invierno fuera de estación."

Mis labios murmuraban las letras de la canción en voz baja, y el taxista, que ya me conocía, sonrió al escucharme, uniéndose a la melodía.

Taxista: "Tu mirada y la mía, ignorándose en una lejanía, todo pierde sentido, y es mejor el vacío que el olvido."

Continuamos cantando juntos en armonía mientras el taxi avanzaba por las calles.

Kay: "Yo prefiero dejarte partir, que ser tu prisionero, y no vayas por ahí, diciendo ser la dueña de mis sentimientos."

Taxista: "No, no vayas presumiendo, no, que me has robado el corazón, y no me queda nada más."

El taxi se detuvo en un semáforo en rojo, pero nuestra canción siguió llenando el espacio.

"No (no), no vayas presumiendo, no (no vayas presumiendo), que me has robado el corazón, y no me queda nada más. Sí, prefiero ser un perdedor, que te lo ha dado todo, y no le queda nada más, no me queda nada más (nada más)."

Terminamos la canción en sincronía, y el taxista hizo un comentario sobre mis gustos musicales.

Taxista: Veo que tienes buenos gustos, joven.

Kay: Gracias, y sí, me encanta este tipo de música.

El taxista sonrió mientras se detenía en la entrada de la academia.

Kay: Gracias por el viaje.

Le pagué la tarifa correspondiente y salí del taxi, todavía con mis audífonos puestos. Me dirigí hacia la academia.

Minutos más tarde, llegué a mi salón con los ojos cerrados, tarareando en voz baja para mí mismo. Me senté en mi asiento y esperé el comienzo de la clase, sumido en mis pensamientos y en la melodía que seguía resonando en mi cabeza.

Seraph Kage: Enigma de EnergíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora