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— "Es posible que alguien se enamoré de ti, rechaza con caridad, pero con firmeza"

— "Todos podemos perder la cabeza. No serias ni el primero ni el último"

— "Sé humilde y toma precauciones"

Aquello pasaba por la cabeza del sacerdote una y otra vez mientras este iba al pueblo mandado, soltó un suspiro y giro a ver a la ventana donde sus ojos captaron campos hermosos, cabellos u ovejas corriendo y comiendo en estos.

Estaba nervioso, si, demasiado, era la primera vez en que estaría cargo de una iglesia y de los asistentes, no sabía si estos le iban aceptar y a confiar en él. Pero a la vez estaba muy contento y orgulloso por su puesto pues desde que era un adolescente se interesó por la religión, recuerda que todos los días después de salir de la secundaria iba a la iglesia a rezar y ayudar a las monjas que estaban ahí. Limpiaba los pasillos, las bancas y por supuesto que a las imágenes, estas las limpiaba con mucha dedicación y respeto mientras les platicaba su día u cuando tenía problemas.

se podría decir que él veía a la iglesia y a Jesús como su lugar, su lugar seguro.

Después de algunos años se graduó y por sí solo decidió ir por el camino de la religión, sus padres sin ningún pero aceptaron.

Jake se fue al seminario en el cual permaneció ahí por 8 años, escuchando la palabra de dios, leyendo la biblia al derecho y al revés y por supuesto que nada de ello le aburría, era lo que amaba y siempre lo haría así.

Cada noche e incluso ahora camino al pueblo las palabras enseñadas en el seminario las recordaba y las recalcaba en su cabeza...

— "Debemos procurar ser 'otros cristos' en la tierra, para hacer el bien. Que todo aquel que se acerque a nosotros se alejé mejorado espiritualmente."

Y si, a Jake le encantaba ayudar a la gente que se acercaba y pedía ayuda, le gustaba enseñar a los niños la palabra de dios y lo que esta bien y mal.

— "Atiende a todos siempre con una buena cara. Que nunca nadie pueda considerar que no lo has atendido bien"

Y la gente que lo conocía lo conocía como "El padre puro" porque este siempre mostraba una sonrisa, era amable, muy respetuoso, sincero y obviamente el ser más puro y transparente. A decir verdad, era muy atractivo, era alto con hombros anchos, piel blanca y cabello negro que le hacía resaltar sus ojos. Pero... nadie podía enamorarse de Shim, él no podía tener una relación ni mucho menos casarse y tener hijos.

El camión paro en la que suponía que era la estación, sin más se levantó del asiento y espero a que la gente bajara para hacerlo él después. Camino al maletero y el chófer le dio su maleta seguido de una reverencia la cual repitió.

Antes de caminar miro su cleriman y acomodó de esta ya que al estar sentado por algunas horas se había arrugado.

Comenzó su camino mientras miraba su ahora lugar, el pueblo era muy hermoso para decir verdad, las casas eran de colores muy llamativos y algunas tenían dibujos como flores o incluso de imágenes religiosas lo que Jake aprecio completamente. Al llegar a la plaza su sonrisa se agrandó pues había muchos árboles, rosales, bancas y un lindo kiosco en medio de esta el cual había varios niños jugando y riendo, amaba los niños.

Más sin embargo... él nunca tendría un hijo.

Soltó un suspiro y pudo ver la iglesia frente a la plaza donde estaba, tomó bien su maleta y camino nuevamente, miró ambos lados de la calle y cruzar esta para llegar a la puerta de la catedral.

Fuera de esta habían bancas en algunas zonas del patio delantero, en el lado derecho había una fuente que en la punta estaba una estatua religiosa.

—padre... Shim? .-escucho detrás de él y giro de inmediato, aquella voz pertenecía a un hombre de su misma estatura, hombros anchos, ojos un poco más chiquitos y una nariz muy linda —Soy el misionero Kai Kamal, un placer tenerlo por fin aquí

𝐏𝐄𝐂𝐀𝐃𝐎 // 𝐉𝐀𝐄𝐊𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora