III. Diamonds

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El verano llegaba a su fin y los vendavales hacían acto de presencia una vez más. Las mañanas de entrenamiento amistos y las tardes de cacería en conjunto se hacían más breves, y en cambio las noches de contemplar las estrellas se alargaban cada vez más.

Cada constelación brillaba en los ojos de LüBu, cada estrella resplandecía anunciando un designio distinto, y aún así, no podía evitar desviar la mirada hacia los ojos dorados de su pelirrojo anfitrión, pensando dentro de si que aquellas orbes tan únicas brillaban incluso más que la estrella más grande del firmamento. Quizá ese era el color del oro, quizá los luceros nocturnos eran el símbolo de la ambición, pero el chino parecía perseguir únicamente el brillo de esos iris sin igual.

Y aún así, esos ojos que lo hipnotizaban parecían huir de su alcance, sin siquiera una justificación. Pero Fengxian no se preocupaba por ello, no cuando en ese momento, en ese lugar, en ese mundo parecía que solo existían ellos dos.

- ¡El caballo!

Anunció la voz adolescente de Fengxian irrumpiendo el silencio, haciendo a Thor percatarse de que había clavado la vista en su pequeño invitado por demasiado tiempo, sin notar que este le devolvía la mirada con devoción. El nórdico se enderezó en su sitio, sentado como siempre al pie de un árbol lo suficientemente grande para resguardar a ambos, mientras miraba en la dirección en que señalaba el menor.

- ¿Caballo?

- Es una constelación. Un grupo de estrellas en el cielo - Explicó el menor, como si fuese un experto en el tema - Se acerca mi...aniversario de nacimiento.

- ¿Tu fecha de cumpleaños? - LüBu asintió suavemente, y Thor se levantó de su sitio, ahora sentándose junto al asiático que se había recostado cómodamente en el pasto a ver las estrellas - ¿Cómo lo sabes?

- Cuando el caballo aparece en el cielo y empiezan los vientos, llega el día en que mi padre me salvó - Desvió un poco la mirada, asintiendo un par de veces - Hace mucho que...no lo celebro. Olvidé el día exacto.

- ¿Quieres celebrarlo?

- Peleamos cada mañana y comemos grandes banquetes por las tardes...eso es como celebrar todos los días contigo.

- Eso...- Thor levantó las cejas con sorpresa. Lo que decía el pequeño era cierto, su rutina se había vuelto simple y entretenida, y aunque no quisiera pelear en serio, tenía que admitir que ese niño podía enfrentar su fuerza sin desfallecer en el primer golpe, y eso embriagaba al Dios de una extraña sensación que no podía describir. Deseaba tenerlo a su lado, agasajarlo, consentirlo y, aunque su posición divina no se lo permitiera, deseaba nunca soltarlo - aún así, es un día especial. Hagamos algo más.

- ¿Algo como qué?

- ¿Recuerdas cuántos años cumplirás?

- Creo que...- Fengxian contó con los dedos de una mano, intentando recordar todas las lunas que había visto en el lomo de Gou, así como las que había vivido en soledad - trece.

- Eres...

- Casi un adulto - Bu sonrió, mostrando esos dientes de tiburón que fascinaban a Thor - Celebremos con alcohol, como los ancianos de la aldea.

- ¿Qué? No, eres un niño aún. Debes crecer más.

- No soy un niño, ya te lo dije. Soy LüBu Fengxian, y soy un hombre, listo para ser tu rival - La mirada del chino se ensombreció ligeramente, y Thor levantó una ceja una vez más.

- No me has probado que no morirás - Era una mentira. O una verdad a medias. La fuerza real de Thor era demasiada, y al joven oriental le faltaba todavía fuerza y tamaño, pero...parecía el único con el potencial para no morir...en unos cientos, o miles de años.

- ¡No moriré! ¡Celebremos que te encontré!

- ¿Y tu cumpleaños?

- Eso también. Será una gran fiesta de adultos...y te demostraré que ya no soy un niño.

- ...bien. - Aceptó el pelirrojo - Pero será mañana. Por hoy la luna se encuentra en lo alto, debemos dormir.

- El fuego se está apagando...tienes razón - Un bostezo escapó de los labios de Fengxian, levantándose del suelo para buscar con la mirada su cálida piel de oso. En lo que regresaba con ella, Thor ya se había acostado sobre las pieles de carnero que le servían de colchón.

Bu se acostó junto a él, cubriéndose hasta la nariz con el pelaj. El pelirrojo sonrió arropándose con su propio manto y se dispuso a dormir, notando al girar un poco, que Fengxian se encontraba de lado, mirando su rostro y sus marcas doradas con la misma o aún mayor intensidad que antes.

- ¿Pasa algo?

- Los relámpagos en tu piel. Me gustan mucho ¿puedo tocarlos?

- . . .

Sin esperar respuesta, el chino se estiró en su sitio hasta poder rozar con la yema de sus dedos las líneas doradas. Se sentían extrañas, eran lisas como el metal, pero calientes, como un rayo combustiendo en el suelo sin arder. Parecían cosquillear sobre su piel, y aunque la sensación era tan extraña, la tentación fue demasiada.

Bu se levantó, solo un poco, y reemplazó sus dedos por sus labios, besando sin resistirse y con inocencia la mejilla de Thor.

Un estremecimiento recorrió la piel del Dios, seguido de algo que su invitado no había escuchado con anterioridad: una pequeña risa cargada de nerviosismo impropio de quien en los ojos del moreno parecía un inamovible titán.

- Es suficiente, duerme ya - Exigió Thor, estirando su manto para cubrir al menor también. Lo escondió bajo la improvisada cobija y lo estrechó en su pecho, impidiendo que viese el incipiente rubor que cubría ahora su tez - Mañana será un gran día.

- ...buenas noches, Thor - La voz adolescente salió ahogada entre las cobijas, cargada con un tono juguetón que el pelirrojo intentó ignorar.

- Buenas noches, Fengxian.

El silencio reinó en la pradera después de aquél pequeño intercambio.

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Notas:

Siento que este salió algo forzado pipipipi.

Pero bueno, tropezando se aprende a caminar. Fuerza leona (de mi para mi).

Eindridi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora