12. - 𝗶𝘁'𝘀 𝗮𝗹𝗹 𝗴𝗼𝗼𝗱 𝗻𝗼𝘄

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LA LLAMADA QUE TANTO había estado esperando, un día llegó. Valeria le había dejado unas llamadas perdidas seguidas de unos mensajes, avisándole que hassan ya podía recibir visitas y agregó un archivo pdf con los horarios de visita del centro de rehabilitación.

Emilia no había podido contestar, ya que se encontraba grabando en el set de lo que sería su próximo single, que esperaba sacar pronto.

Tres largos y contados meses habían pasado desde que valeria le comunicó sobre la internación de hassan. Contaba los días para poder verlo de nuevo, y se arrepentía por no haberlo abrazado lo suficiente la última vez.

La cantante, no tenía demasiado interés en su vida social, seguía con sus amistades de siempre y por muchas propuestas que tuviera sobre el amor, no era una puerta que daba por abierta en su vida. Ella claramente seguía enamorada del mexicano y así iba a estarlo durante un largo tiempo.

Los días para hassan eran iguales en aquel lugar. Tenía horarios muy estrictos, veía a su terapeuta una hora todos los dias (excepto los fines de semana) y tenía en su itinerario actividades individuales, grupales, que lo mantenían ocupado la mayor parte del día. Supuso, que ese era el punto.

Las primeras semanas habían sido las peores. No podía pegar el ojo por las noches y sus síntomas de abstinencia lo volvían loco. Necesitaba que alguien o más bien algo, calmara lo que sucedía en su cabeza. Luego, todo empezó a mejorar y ya en un punto, comenzó a acostumbrarse a la dinámica del centro. Era por su bien, se repetía constantemente.

Valeria fue la primera en ir a visitarlo, el preguntó por su madre y por emilia. Su manager pudo dar respuesta de la primera, pero no de la segunda. No quiso decirle nada de que iría de visita, no sabría como reaccionaría y tal vez su ansiedad aumentaría al saberlo.





































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Finalmente el día de la visita había llegado, y emilia estuvo todo el vuelo mordiéndose las uñas. Estaba nerviosa, no iba a negarlo, temía por la manera en la que hassan podría llegar a reaccionar al verla ahí. Y también, temía por como reaccionaría ella misma.

El predio del lugar, era inmenso. Aquella institución estaba prácticamente en medio de la nada, rodeada de un bosque abrasador. Mientras más se acercaba, más grande se hacía la figura de la infraestructura.

Cuando llegó a administración, el personal de seguridad revisó que no trajera nada que pudiera a llegar a poner en riesgo a los pacientes de la clínica, por puro protocolo. Un enfermero la guió hacia la sala de visitas, al ser estos días comunes para todos los ingresados, disponían de un propio piso para estas reuniones, de manera que podían tener todo bajo control.

Llegando al destino, se encontró con muchos de los distintos pacientes charlando, encontrándose con sus familias. Buscó y buscó a hassan con la mirada, hasta que lo reconoció.

Estaba de espaldas, sentado en una pequeña mesa que contaba con dos sillas, una ocupada por él. Era la mesa más alejada del resto, cerca de uno de los tantos ventanales que poseía el lugar.

Emilia se sentía nerviosa, de la misma manera en la que se sintió, la primera vez que lo vio en persona.

flashbacks

Al salir por esa puerta se encontró con una imagen de película, estaba hassan con unos lentes marca Gucci, apoyado en su carísimo Maybach S560 color negro. La miró, le dió una enorme sonrisa y emilia pudo sentir como todos los nervios dejaban su cuerpo y sentía, como si lo hubiera estado extrañando toda su vida.

— ¿No me va a saludar o qué, chula? —dijo a la distancia, sin borrar la sonrisa de su rostro.

La chica a paso apresurado, se dirigió hacia donde el sonriente muchacho se encontraba y por fin, luego de un beso en la mejilla, se abrazaron.

Sacudió su cabeza, alejando el recuerdo de su memoria. Decidida y a paso firme, caminó hacía donde el mexicano se encontraba.

— Hass. —llamó su atención, casi de forma inaudible, posando suavemente su mano sobre la espalda del castaño.

Hassan inmediatamente reconoció aquella voz. Parecía que el tiempo se había detenido, de repente, el bullicio del resto de las personas ya no se escuchaba. Toda su atención recayó en emilia.

Sintió sus piernas flaquear, pero con todas sus fuerzas, se puso de pie de la manera más rápida que su cuerpo se lo permitió.

Y sus ojos se encontraron, una vez más.

Lo primero que notó hassan, era el cabello de la argentina, el cual ya no era rojo. Ahora lucía un color castaño, más claro en las puntas. Sus ojos, esos ojos que alguna vez lo atraparon (y lo seguían haciendo) lo miraban con el mismo amor.

Y la abrazó.

Habían anhelado ese abrazo desde la última vez que se vieron en mexico. Se arrepentían tanto de no haber hablado más las cosas, él de no insistir y ella de desistir. Vibras magneticas recorrían sus cuerpos en el momento en el que se unieron. En aquella unión habia dolor, necesidad, tristeza y sobre todo, mucho amor. Deseaban que las cosas hubieran sido diferentes, pero ya no había tiempo para un que hubiera pasado si, solo estaban sintiendo su conexión.

— Te extrañé, te extrañé, dios. Lo siento tanto emilia, no tienes una idea. —las palabras salieron con desesperación de su boca.

Hassan sentía demasiada culpa por como trató a la castaña en el pasado. No querían soltarse, pero debían hacerlo. Lo hicieron lentamente, como si temieran lastimarse. Al separarse, la argentina tomó delicadamente el rostro de su contrario, y dejó suaves caricias en sus mejillas llenas de lunares, con sus pulgares.

— Tranquilo, todo esta bien hass, estoy acá.

Probablemente, solo las palabras de emilia eran capaz de calmar al más alto. Tomó suavemente las manos de ella y las besó.

— Siéntate, por favor. —acomodó la otra silla de la mesa para que la castaña pudiera sentarse, luego se sentó el.

— ¿Cómo estás? —preguntaron al mismo tiempo.

La conexión, los hizo reír bajito. Allí seguía, intacta.

— Bien, ya sabes, trabajando. Sigo quedándome en Los Angeles, supongo que eso ya lo sabes. —lo miró con complicidad, recordando los regalos de cumpleaños que le habían llegado a su domicilio.

— Buenas tardes señorita, permítame dejar esto dentro, se lo manda peso pluma.

La pelirroja se hizo a un lado para que aquel hombre pudiera entrar a la casa, dejando los regalos allí.

— También le manda esto. —sacó de su bolso una caja mediana. Era de terciopelo rosa, con un moño blanco formado en su centro.

La argentina estaba perpleja, no podía modular ninguna palabra. Hassan siempre le mandaba regalos. Incluso en estos meses, los ramos de rosas rojas nunca faltaban. Había supuesto que valeria se contacto con beto y de ahí saco su dirección.

Nunca dejaba de sorprenderla.

Hassan sonrío— Si bueno, vale me ayudo un poco con eso.

— ¿Vos cómo estás? Me agarró tan desprevenida, valeria me contó todo.

— Si, preferí que así fueran las cosas. Ha sido duro emi, no te voy a mentir, pero todo está mejor ahora y te tengo aquí en frente. —hizo una pausa para mirarla a los ojos— No puedo pedir más.

Emilia lo miró con dulzura. Qué importaba ya el pasado, estaban en el presente, y estaban juntos.

LUNA ━━ Peso PlumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora