{ Lujuría a Primera Vista }

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Pensaba Sherlock que si no fuera por la luna, no estaría excitado, se reía de su propio cuerpo, tan agitado y a la vez tenso con la cara más roja que Marte.

En esta situación ¿qué podría hacer? ¿salir del armario y gritar "¡Hey, estas muy sexy!"? Por favor, eso es imposible, ella era de la realeza, si sale de su escondite (el cual era el armario [nada metafórico]) llamará a los guardias y le cortarán la cabeza como mínimo.

No, no podía salir, pero tampoco podía aguantar más viendo a la princesa toquetearse en la cama, por suerte le daba la espalda.

Piensa Sherlock, piensa, eres muy listo ¡vamos!

Tenía varias opciones a su vista; salir silenciosamente y huir por la ventana o también noquearla y salir por la misma, sin embargo su cabecita solo observaba fijamente a la dama. ¡¿Pero qué estoy haciendo?!

Bajó lentamente su mirada hacía el pantalón, a primera vista podía verte un bulto recto, avergonzado de sí, decide toquetearse también. No duró mucho pues al arrepentirse apartó la mano con tal brusquedad que abrió las puertas del armario de par en par sobresaltándolos.

¡Mierda!

Pensaron ambos cuando sus miradas se juntaron, estuvieron estáticos por unos segundos antes de que ambos gritaran:

- ¡¿Quién eres?!

- ¡Eres un hombre!

La princesa, bueno, príncipe, saltó de su sitio mostrando que lo que creía que Sherlock era una falda, en realidad solo era un cinturón bastante peculiar. Eso sí, con esa melena larga nadie hubiera sabido que era un hombre ¡Di hasta lo está dudando aún viendo su rostro impecable y reluciente a la luz de la luna!

- Eres.. - Comenzó Sherlock jadeando levemente.

Se alejó de la cama pegándose a la pared, en otra situación podría pensar que tenía miedo pero acababa de ser pillado por un ladrón enfermizo que se escondía en su armario ¡de miedo nada!
Más bien estaba enfadado, avergonzado y un pelín cachondo, pero solo un pelín.

- Voy a llamar a los guardias. - Advirtió. ¿Por qué lo hacía?

- N-no, espera. - Salió del armario lentamente. - No voy a hacerte nada. Es un mal entendido. - Explicó acercándose al rubio real.

- Ya sé que es un mal entendido, ibas a robarme pero no te esperabas.. - Alzó un poco la mirada, tres centímetros más arriba de la cabeza peliazul. - P-podrías haberte ido.

- Am... Sí, p-pero no pude.

Cuando menos se los esperaban, ya estaban cerca, a tres pasos de distancia. Para ser una habitación grande eso era muy poca distancia.

- ¿Por qué? - Juntó sus manos frente a su entrepierna y pegó más la espalda a la pared.

- Porque.. - Su respiración de agitó más.

2 pasos.

- Príncipe Moriarty es porque...

William bajó la mirada a los labios contrarios, tenía que admitir que esta vez le tocó un ladrón de lo más apuesto, sin importar sus ropajes sucias y vulgares tenía un esbelto cuerpo y una cara cuadrada. Vaya por dios, qué rápido se a vuelto a excitar.

- Porque t-te veías muy... - Desvió la mirada al suelo, dándose cuenta de sus manos que destaparon el bulto de su pantalón. Tragó fuerte y detuvo su paso cuando sus pies estaban a punto de rozarse.

- ¿Sí? - Sonrió maliciosamente subiendo sus rubíes a los zafiros.

- Te veías jodidamente delicioso.

William se lanzó a sus labios con lujuría metiendo las manos por debajo de su camisa blanca ya casi amarilla. Sherlock se quedó estupefacto hasta que el otro bajó del pecho hasta el pantalón, eso le despertó de su trance, sin embargo no se separó, en realidad le estaba gustando.

Se pegó contra su cuerpo con rudeza, pegando la espalda del rubio a la pared.

- Tenemos la cama al lado. - Susurró William en el cuello del otro.

- Te tengo más cerca. - Respondió agarrándole de ambos muslos.

Volvieron a juntar los labios, el rubio comenzó desabrochando su camisa y sin esperar fue hacía el pantalón, en cualquier momento aparecería un guardia para ver cómo estaba.

Cuando ya estaban en el suelo con besos que ya se disparaban del parpado al cuello y del cuello al pezón, todo se volvió nublado, se escuchaba el viento del invierno golpear contra la ventana, pero ninguno de los dos tenía ni el más mínimo escalofrío que no sean de William, penetrado por tres largos dedos.

Este soltó son gemido lastimero cuando los dedos lo dejaron vacío, pero no iba a reclamarlos sabiendo que ahora venía algo mejor.
Y eso fue lento, suave y doloroso en un principio, nada que no se pueda compensar con caricias, que poco duró el romance que escondían porque ahora todo era salvaje y rudo.

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Se miraron jadeando y rozando las narices, Sherlock la desvió al techo ruborizado, y no por el calor.

- Se.. M-me olvido.. Preguntar tu nombre. - Dijo el peliazul, volviendolo a mirar.

- ¿Cómo.. Si sabes mi apellido.. Y no mi nombre?

- Nunca me gustó... - Suspiró hondo. - La política. - Escuchó atento la risilla real.

- William.. William James Moriarty. -

Sonrió, se levantó y comenzó a vestirse.

- ¿Nos volveremos a ver, Liam?

Sonrió también, más triste que satisfecho.

- Por favor. - Soltó sin darse cuenta.

- Nos vemos, querida princesa.

Saltó por la ventana, el rubio, por más adolorido que estuviera, se levantó y miró por esta sorprendido. A los lejos, veía al ladrón enamoradamente con su compinche huir a caballo.

SHERLIAM   ♧♤》   One-Shots  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora