VI. Caer más fuerte

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Eran novios pero Itachi continuó siendo algo reservado. No es que fuese desconfiado, solo había puesto a Deidara en una posición tan especial que no quería aburrirlo o asustarlo con sus gustos sosos.

Y desde que su queridísimo artista lo había llevado a su exposición ese lugar honorable dentro de su corazón y mente se volvió mucho más estable porque no podía creer que el mundo en el que había vivido tantos años fuera tan limitado.

Las palabras de Deidara fueron casi mágicas:

— Construí esto para ti. —Y aunque no pudiera verlo podía sentir su emoción.

Antes que a todos los demás le guio de la mano a lo largo del recorrido y todo estaba lleno de texturas y sonidos que le conmovieron porque le hacían sentir importante dentro de la vida de la persona que también era absolutamente la más importante para él.

Y después de eso Deidara no habló con reclamo, solo dijo:

— ¿Por qué siempre hacemos lo que yo quiero hacer? También quiero hacer lo que tú hacías, no quiero quitarte nada.

Deidara lo decía porque anhelaba conocerlo más, de una forma superficial también era necesario conocerse y divertirse. Sabía que era aburrido pero al parecer a Deidara eso era lo que menos le importaba.

'¿Para qué hablé?', fue el pensamiento ingrato que más rápido le vino a la mente al ojiazul.

El rubio se arregló un poco más de lo normal. Esto sí le parecía algo, demasiado, soporífero; cerró la boca y se propuso no criticar nada el día de hoy.

Lo llevó a este teatro antiguo, algo lindo sí. Itachi al parecer ya tenía sus lugares predilectos, se sentó tranquilo y escuchó. ¡Oh, ya entendía! Era medio teatro, medio baile, mucho canto, mucha música. Levantó la ceja extrañado, esto era inesperadamente entretenido. Y le gustó mucho, de verdad, era entrar a ese mundo raro teñido de rojo amor y luego rojo tragedia. Seguro que si Itachi pudiera verlo y no solo oírlo estaría cien veces más enamorado de esto, se giró a verlo, también parecía emocionado a pesar de todo.

— Oye Itachi, ¿por qué no me habías traído antes? Dime algo, ¿te gusta esta obra? No pudiste encarcelar a tu ave rebelde del amor en mi presencia ¿verdad? —se rió —por favor solo al final no hay que matar ni recluirnos mutuamente.

— ¿Cuál final Deidara? —le apretó las mejillas —nunca me voy a alejar de ti.

¿Era lindo, verdad? Que se hicieran tantas promesas y consumir la dulzura ingenua de Itachi tanto como quisiera.

Había estado con tantos hombres que amó, no creyó estar en lo incorrecto en el pasado, aunque con Itachi era algo diferente. No solo lo amaba, le hacía feliz, le interesaba, se reían, se querían, se podían quedar en silencio, solo compartir el espacio y con eso ser suficiente.

Le gustaba tanto todo lo relacionado a su novio que también lo trataba como un gran tesoro frágil. Deidara reconocía su naturaleza tan destructiva y caótica que algunas veces entraba en consciencia de que su deber también era ser más sutil con lo que se podía describir como 'mal comportamiento'. En realidad no lo veía tan difícil, si era por Itachi estaba bien esforzarse.


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— ¿Qué es esto? —Por poco el rubio no aguantaba la risa, solo no quería parecer burlón de tan lindo esfuerzo, ¡claro que sabía qué era esto!

Deidara no es un colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora