Bella noche

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La lluvia tropical caía formando grandes láminas que calaban hasta el tuétano,martilleando sobre el techo acanalado del edificio de la clínica de Bahía Añasco. Eracasi medianoche; la corriente eléctrica se había interrumpido por la tormenta, y lapartera Elena Morales estaba trabajando iluminándose con una linterna, cuando oyóun sonido chirriante, como un gorjeo. Con la idea de que se trataba de una rata,rápidamente aplicó una compresa en la frente de la madre y fue a la habitacióncontigua para confirmar que el bebé recién nacido estaba bien. Cuando su mano tocóel pomo de la puerta, volvió a oír el gorjeo, y Elena se agachó. Evidentemente, no era más que un pájaro, que había entrado por la ventana para escapar de la lluvia. Loscostarricenses dicen que cuando un pájaro viene a visitar a un recién nacido, traeconsigo buena suerte.

Elena abrió la puerta e iluminó el interior de la habitación con su linterna. No vioun pájaro.

El bebé estaba acostado en una cuna de mimbre apoyada en el suelo, envueltoúnicamente en una manta liviana, con la cara descubierta. Alrededor del borde de lacuna, tres lagartijas de un color verde oscuro se agachaban como gárgolas. Cuandovieron a Elena levantaron la cabeza y la contemplaron con curiosidad, pero nohuyeron. A la luz de su linterna, Elena vio la sangre que les goteaba del hocico. Altiempo que gorjeaba con suavidad, una de las lagartijas se inclinó y, con una rápidasacudida de la cabeza, arrancó un trozo de carne del bebé.

Elena avanzó, gritando, y las lagartijas escaparon hacia la oscuridad. Pero muchoantes de llegar hasta la cuna pudo ver lo que le había ocurrido a la cara del bebé, ysupo que el niño tenía que estar muerto. Las lagartijas se dispersaron en la lluviosanoche, gorjeando y chirriando, dejando huellas sangrientas de patas de tres dedos,como las de los pájaros.


 

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