A todos los dioses

Querido Morfeo

Querido Morfeo,

En el vasto lienzo de la noche estrellada, donde tus hilos oníricos se entrelazan con los suspiros del crepúsculo, me sumerjo en el misterioso espectáculo de tus sueños. No entiendo, oh dios de la ensoñación, por qué decides urdir tus travesuras tanto en los confines de la realidad como en el abrazo de la vigilia.

En este cuadro onírico, me asombra que optes por tejer visiones que no suscitan la pasión ardiente, sino que despliegan ante mis ojos fantasías que me dejan atónita, entre enigmas que desafían mi comprensión. Si bien esperaría que me envolvieras en sueños de calidez y éxtasis, me encuentro perdida en escenarios donde las palabras no dichas y las posibilidades no realizadas se entretejen en una danza hipnótica.

Oh, Morfeo, maestro de los anhelos, ¿por qué me envuelves en el velo de escenarios no vividos? Mis noches, entre tus manos etéreas, son un lienzo donde mi mente se desplaza entre las sombras de lo que podría ser y lo que nunca fue. Anhelo, entre suspiros nocturnos, que tus sueños me ofrezcan la gracia de vivir momentos donde las lágrimas sean de alegría y no de desengaño.

Si en tu reino de éter decides guiarme por los caminos de la imaginación, te suplico que las escenas que trazas en la paleta de mi mente sean pinceladas de dicha y deleite. Hazme danzar entre las estrellas de un firmamento resplandeciente, lejos de las espinas de las visiones que despiertan con lágrimas en mis ojos.

Oh, Morfeo, en el suave susurro de la noche, cuando la luna despliega su manto plateado, permíteme hallar descanso en sueños que acaricien mi alma, como suaves brisas que acunan al navegante en su travesía nocturna. Que tus creaciones en el telar de la ensoñación sean como melodías embriagadoras que acarician mis sentidos, llevándome a tierras donde la realidad se funde con el éxtasis de la ilusión.

Con reverencia en el umbral de tus dominios, aguardo la próxima danza de sueños que tejeras para mí, anhelando que sea un festín de imágenes luminosas que al amanecer dejen en mi corazón la dulce resonancia de la esperanza.En sueños y realidad, tengo fé en tu compasión.