Capítulo 4: Pruebas

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Net estaba en una habitación grande, con la pierna elevada sobre una almohadilla, y un gotero para suministrarle un calmante. Estaba pálido, abatido y casi se asustó cuando vio a Nunew. Después, su expresión se suavizó y sonrió al observar al hombre que estaba a su lado. Pruk Panich, el caballero de brillante armadura. Aunque Nunew creía que resultaría más adecuado considerarlo un ángel maligno.

—Hola —lo saludó con afecto y preocupación. Se inclinó para rozar con los labios la mejilla de su hermano y lo escuchó proferir un «gracias a Dios» apenas audible.

En poco tiempo, Pruk organizó el traslado de Net a una habitación privada, se puso en contacto con un equipo de cirujanos ortopédicos y fijaron la fecha de la operación. Nunew se dio cuenta de que era omnipotente, respaldado por su fortuna sin límites. Sabía que tendría que estarle agradecido, y creía que lo estaba por Net, lo cual no significaba que le gustara el trato ni el hombre que lo había estipulado. Llegó un camillero para trasladar a su hermano, y se despidió de él de mala gana.

—Estaré aquí por la mañana, antes de que te lleven al quirófano —prometió Nunew.

Eran más de las siete cuando Pruk sacó el Vehículo del aparcamiento del hospital. Comenzaba el crepúsculo y el pálido cielo se teñía de velas rosadas que iban volviéndose naranjas. Pronto sería de noche. Nunew sólo quería volver a su piso, darse una ducha y acostarse. Pero no era eso lo que iba a suceder, y la cama en la que dormiría no sería la suya, sino la de él. Se exasperaba sólo de pensarlo, por lo que hizo un esfuerzo para centrarse en lo que se vela por el parabrisas y no prestar atención a lo que le depararía la noche. Se encendieron las farolas y los anuncios de neón; el tráfico se incrementó al converger las arterias principales en el puente Harbour.

Poco después, Pruk detuvo el auto y apagó el motor. Ni el local frente al que se hallaban ni la calle le resultaban familiares a Nunew

—¿Por qué has parado aquí?

—Para cenar —se quitó el cinturón de seguridad y bajó del vehículo—. Tenemos que comer.

—No tengo hambre.

Pruk se dirigió a su puerta y la abrió.

—Baja, Nunew —como éste no se movió, se inclinó para desabrocharle el cinturón.

Esa sencilla acción le cortó la respiración, ya que el brazo de él le había rozado el pecho. Pruk estaba muy próximo a el. Se quedó inmóvil, sin atreverse a respirar durante los escasos segundos que duró la operación. Discutir con él no iba a servirle de nada. Y tampoco quería fastidiar por fastidiar. Ya había transcurrido mucho tiempo desde la comida, si es que la fruta y el yogur que había tomado podían considerarse tal cosa.

Bajó del auto y cruzó la calle al lado de él. Entraron en un pequeño restaurante, donde el maître saludó a Pruk por su nombre y los condujo a una mesa apartada. Nunew no quiso vino, eligió sopa de primer plato, un entrante de segundo y fruta.

—¿Prefieres que no hablemos o que mantengamos una conversación insulsa?

—Podrías empezar contándome lo que has hecho estos últimos años —Pruk le dedicó una sonrisa burlona.

—¿Para qué si ya lo sabes todo? —tomó un sorbo de agua helada—. ¿Has contratado a alguien para seguírmelos pasos?

—Que yo sepa —se recostó en la silla y lo miró fijamente—, no es delito que un hombre se interese por su ex esposo

El camarero sirvió la sopa y el pan y se retiró mientras Nunew escrutaba el rostro de Pruk con algo parecido al desprecio.

—Una esposo que buscaste pensando en la gran oportunidad que te proporcionaría.

Sin elección || ZeeNunew Donde viven las historias. Descúbrelo ahora