Capítulo 2: Quiero Lo Que Tenia

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Se le heló la sangre en las venas cuando se cortó la comunicación. ¿Era aquello una advertencia? ¿Qué vendría después: unas costillas rotas, los riñones dañados, el bazo destrozado? ¿Cuánto tardarían los matones en darles otra lección?, ¿unos días?, ¿una semana?

Su situación económica no iba a modificarse. ¿Quién sabía cuánto tardaría Net en volver a trabajar? Sin su sueldo para complementar el de Nunew y un montón de facturas médicas… no había nada que hacer.

Nunew cerró los ojos. El papel que Net le había dado aquella mañana estaba en el bolsillo de su chaqueta. Lo sacó, marcó el número y esperó a que Pruk respondiera. ¿Y si decidía no hacerlo?

—Panich

El sonido de su voz le puso los nervios de punta y casi le impidió hablar.

—Soy Nunew —¿cómo iba a salir de aquella situación?

Su silencio parecía reverberar en la línea.

—Necesito tu ayuda

—Ven a mi oficina —le indicó como llegar—. Dentro de diez minutos —colgó.

Nunew volvió a llamar, pero le salió el buzón de voz. La tenía en un puño. Era terriblemente irritante que así fuera. Sintió la irresistible necesidad de romper algo.

Como no podía estar en tres lugares a la vez, llamó al restaurante, explicó por qué llegaría tarde, prometió que estaria allí en cuanto pudiera y escuchó una respuesta airada, que sólo se dulcificó al expresar su pesar por el accidente de su hermano. Salió a la calle y miró el cielo plomizo.  "¿Va a llover? ¿Por qué no? Para alegrarme la vida" pensó. Como si el cielo hubiera oído sus palabras, cayeron las primeras gotas, gotas gruesas que calan cada vez más deprisa y con mayor intensidad.

"Fantástico", pensó. Así que tenía que enfrentarse a su ex con el aspecto de una rata empapada.

Un periódico lo ayudó a protegerse un poco del chubasco, y diez minutos después entraba en el impresionante vestíbulo de mármol de un edificio de oficinas de diseño, construido con acero y cristal. Tiró el periódico y subió al último piso en el ascensor.

La compañía Panich ocupaba una suite que, a primera vista, abarcaba toda la planta. Nunew observó los cristales coloreados, el lujoso mobiliario y los aparatos de tecnología avanzada. Una joven muy arreglada se hallaba en recepción. ¿Trabajaría además como modelo para Vogue? Tenía que dejar a un lado el cinismo. Recordó que la imagen lo era todo y que Pruk Panich podía permitirse proyectar la que le viniera en gana.

—Nunew Chawarin —hacía tiempo que había suprimido su apellido; solamente su apodo y nombre usaba—. Tengo una cita con… —vaciló durante un instante. Era un asunto de negocios, no personal— el señor Panich

La sonrisa de respuesta fue cálida y cortés… ensayada, que se ampliaba o disminuía en función de la importancia del cliente.

—El señor Panich está en una junta —le indicó una silla—. Siéntese, por favor.

Nunew sintió que los nervios le encogían el estómago. Ya que habla llegado hasta allí, quería acabar de una vez. Cada minuto transcurrido le parecieron diez, y tuvo que esforzarse para no mirar constantemente el reloj. Hojeó despreocupadamente una revista sin enterarse de nada. ¿Cuánto tendría que esperar? ¿Estaba Pruk Panich  dejando que el tiempo pasara para ponerlo nervioso? Si pudiera marcharse… Pero no conseguirla nada al hacerlo. Y no se trataba de el.

—Nunew

Alzó la vista y vio que la recepcionista abandonaba su escritorio.

—El señor Panich lo recibirá ahora.

Sin elección || ZeeNunew Donde viven las historias. Descúbrelo ahora