Capítulo 5: Cumplido

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No tardó mucho en meter sus escasas pertenencias y las de Net en dos bolsas de viaje.

—El casero…

—Space ya se ha encargado de hablar con él —le indicó la mesita plegable—. Deja la llave ahí.

Nunew lo miró con recelo mientras él agarraba ambas bolsas.

—Hice algunas llamadas desde el hospital.

A personas a las que pagaba para que se pusieran firmes a la mínima orden. La riqueza tenía sus ventajas.

Sólo tardaron unos minutos en bajar y cruzar el destartalado portal. En cuanto salieron a la calle, una figura oscura se adelantó y tomó las dos bolsas de manos de Pruk para depositarlas en la parte de atrás de su vehículo.

—Es Spence —aclaró Pruk—. Vámonos —dijo, acabadas las presentaciones.

¿Era demasiado tarde para que cambiara de opinión? ¿Podía hacerlo? Sí y no.

No se dio cuenta de que Spence se habia sentado al volante hasta que oyó encenderse el motor y vio que el auto se separaba de la acera. Allá iban todos sus bienes terrenales. Lanzó una mirada vengativa a Pruk que perdió casi todo su efecto a la escasa luz de la noche.

—¿Leer el pensamiento es una de tus habilidades?

—¿Quieres pelea? —la voz masculina era engañosamente suave, pues se percibía su dureza bajo la superficie.

—No especialmente.

Pruk se dirigió a su auto, desconectó la alarma, abrió la puerta del copiloto y se quedó esperando a que el entrara, lo que Nunew hizo con mucha gracia y, aparentemente, de buena gana. Una lección en el juego del fingimiento, la primera de las muchas que tendría que exhibir en los meses siguientes.

"Llama a las cosas por su nombre", se recriminó en silencio mientras el vehículo se deslizaba por las calles llenas de tráfico. Pruk había especificado que lo quería como esposo. Un cuerpo cálido y servicial en su cama. Un anfitrion. ¿Y si se quedaba embarazado? Ahogó un gemido. Protección… no tenía. Nunca la había utilizado ni necesitado.

—¿No dices nada?

—Estoy planeando tu ruina —miró fijamente el perfil masculino.

Su risa le puso los nervios de punta.

—¿No me crees?

—Creo que lo intentarás.

—De eso puedes estar seguro —miró el entorno cuando el Aston Martín llegó a las afueras, donde las viejas viviendas del centro de la ciudad eran sustituidas por elegantes edificios de pisos y casas bien cuidadas, protegidas por muros y verjas ornamentadas.

Según los medios de comunicación, Pruk residía en una lujosa mansión de Point Piper que daba al puerto interior y que había comprado cuando se casó, pero en la que ella no había vivido. Se afirmaba que había contratado un equipo de constructores, vaciado el interior y vuelto a diseñar la estructura interna antes de gastarse una verdadera fortuna en muebles y accesorios.

"Una fortaleza con seguridad de alta tecnología y accesible sólo a quienes estén autorizados a entrar", pensó Nunew.

La iluminación, bien situada, permitía ver praderas y jardines hermosamente dispuestos y un sendero que conducía a una elegante mansión. A Nunew le resulto imposible no sentirse tenso cuando Pruk detuvo el auto cerca del amplio porche. Se abrió una de las dos grandes puertas dobles y, en el umbral, apareció una mujer de mediana edad.

—Malay —indicó Pruk mientras se desabrochaba el cinturón—. Mi ama de llaves. Jhon, su marido, se ocupa del mantenimiento de los jardines.

Spence, Jhon y Malay constituían el personal. ¿Vivirían allí?

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2023 ⏰

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