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Capítulo 5, PRIMER DÍA DE CLASES, spoiler ¡HORRIBLE!
Para Kay no había peor cosa, además de ver como su vecina era tan desaliñada con su repertorio de ropa, ¡Dios mío! Un espanto visual, pero volviendo al tema, no había peor cosa que despertar temprano.
El sonido de la alarma retumbo por toda la habitación. Kay, quien se encontraba escondida entre sus sabanas lilas y almohadas rosadas, se levantó de golpe, alarmando en el proceso a Leo y Carina, quienes resoplaron por tal susto.
Con el cabello rubio fresa, tildándose a rojo brillante, enmallado y parado, y su antifaz rosado de flores casi subido hasta su frente, detuvo el sonido de la alarma. Se sentó y tomó un tiempo para procesar que ya amaneció. Leo miraba divertido como Kay se levantaba completamente el antifaz y mostraba su rostro sonámbulo.
Carina se acercó a su ama y le lamió el rostro. Kay libero una risilla y acaricio el pelaje rubio de su perro. Leo suspiro con nostalgia a tal escena y recibió un beso en su pelaje, la pelirroja humana le dejo un leve beso en su suave, gracias al baño, pelaje.
—Buenos días.
La pelirroja se despegó de las sabanas a regañadientes y se colocó sus pantuflas rosadas de conejo para dirigirse al baño y de vez en cuando tropezando con las almohadas desparramadas por el suelo. Antes de llegar a su lugar destinado, miro dos veces el cuarto de sus padres y al ver que ya bajaron para preparar el desayuno, corrió junto a Leo y Carina hacia el baño.
Cerro la puerta blanca detrás de ella y suspiro cansada. Al mirarse ante el espejo, casi le da un paro cardiaco, baba en la comisura de sus labios, marcas rojizas por sus mejillas redondas y legañas. Y mejor no hablemos de su cabello, porque definitivamente no podría expresar el sentimiento que se llevó al verse.
Leo miraba concentrado para saber que es lo que haría aquella pelirroja ante «Su desgracia mañanera».
Kay se miró fijamente y comenzó a alistarse. El lavado de rostro no fue por mucho tiempo, se esparció una mascarilla y espero hasta que secara, agitando sus manos. Peino su cabellera delicadamente con paciencia, cepillo tras cepillo salieron del gran cajón beige, mascarillas por aquí, por allá. Su cabello rubio fresa tildándose a rojo brillante volvió a la normalidad, brillante y suave.
