ACERO VALYRIO

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Sentía el viento golpeándome en la cara, las nubes pasaban velozmente a mis costados.
Amaba volar en Syrax me daba la libertad que dentro del casitillo no lograba tener, mire desde lo alto King's Landing era tan pequeño que podria taparlo con el puño de mi mano y las personas eran tan diminutas como un grano de arroz. Gire las riendas dándole órdenes a Syrax que descendiera.
Una vez en tierra solte el aire que estaba reteniendo en mis pulmones y baje de Syrax con un brinco, le acaricié las escamas doradas del cuello y le sonreí
- Bien hecho bonita - me alejé de ella mientas los entrenadores de dragón la llevaban de nuevo a la fosa y me quite los guantes con la boca.
A lo lejos vislumbré el carruaje real y a Allicent saliendo de él
- Bienvenida Princesa, ¿Su paseo fue placentero? - Ser Harrold se encontraba montado a caballo esperando mi llegada
- Tráte de no estar muy aliviado Ser - Le sonreí y camine hasta el carruaje
- Estoy aliviado, cada vez que esa bestia dorada la trae de vuelta a salvo evita mi cabeza en una lanza - Respondió.
Lo mire sonriendo y gire hasta Allicent
- Syrax está creciendo, pronto será tan grande como Caraxes - Volteó a mirarla con un atisbo de asombro en sus ojos
- Es casi suficiente para dos monturas - Respondí animándola
- Creo que me quedaré como espectadora, gracias - Me sonrió y entro al carruaje.
Una vez llegando al palacio me encamine hasta los aposentos de mi madre, al mirarla recostada y sudorosa sentí una punzada aguda en el pecho, me dolía verla demacrada y que la gente que estaba al rededor suyo se preocupara más por el bebé que por mi madre en si.

- Oh Rhaenyra - Dijo extendiéndo su mano hacia mí - Sabes que no me gusta que vueles cuando estoy en esta condición
- No te gusta que yo vuele cuando estas en cualquier condición - Respondí
Sus damas de compañía le arreglaban las almohadas para dale mayor comodidad a la Reina
- Majestad - Saludó Allicent con un tono que no supe descifrar
- Buen día Allicent - respondió mi madre con desdén
Me acerqué hasta ella y me senté al borde del sofá
- ¿Pudiste dormir? - pregunté arrugando la frente
- Lo hice - Respondió agitando más fuerte el abanico que tenía entre sus manos
- Por cuanto
- No necesito que me cuides Rhaenyra - Respondió ella alzando una ceja
- Bueno aquí estás rodeada de sirvientes todos enfocados en el bebé, alguien tiene que antenderte a ti - Respondí con una sonrisa
Estiró su pierna y me tocó la rodilla con la punta de sus dedos
- Tú te recostarás en esta cama muy pronto Rhaenyra, está incomodidad es cómo servimos al reino - Dijo con la mirada llena de preocupación pues ella sabía muy bien lo que yo pensaba al respecto
- Prefiero servir como caballero y estar en batalla en busca de gloria - Ella rió al escuchar mi comentario.
- Tenemos vientres reales tu y yo, el parto es nuestro campo de batalla - Volteé la mirada - Debemos enfrentarlo con entereza, ahora date un baño apestas a dragón
Sonreí de lado y salí de su habitación preguntándome  por qué no podía ser yo la dueña de mi propio destino, porqué no se me permitía salir del castillo y vivir mis propias aventuras.
Me soñaba a mi misma como Aegon, montando a mi dragón buscando tierras que conquistar.
Pero muy en el fondo sabía que sólo eran eso, sueños.
Entré corriendo en la sala de mi padre, donde se reunía con su consejo para tratar asuntos importantes.
Desde hacía mucho tiempo me había nombrado la copera del rey y si bien no me gustaba demasiado la idea me enteraba de primera mano sobre lo que acontecía en el reino.
- Rhaenyra - habló mi padre - llegas tarde, el copero del rey nunca debe llegar tarde hace que las personas añoren sus copas
- Visitaba a mamá- respondí acercándome a él y depositándole un beso en la mejilla
Él me tomó de la mano y con gestos juguetones comenzó a olerme
- ¿Montaste a un dragón? - sonrió y yo le devolví la sonrisa alejándome de él y tomando de la mesa contigua una jarra de vino
- Majestad a petición del Príncipe Daemon la corona a invertido un significativo capital en el entrenamiento y equipamiento de la guardia de la ciudad, pensé que podía alentar a su hermano a que asista al consejo y presente una evaluación de su progreso como comandante de la guardia - Habló Lord Beesbury con un tono de queja, me quedé mirándolo mientras le servía vino a mi padre y reprimí una sonrisa, se notaba a leguas que aquel hombre no conocía en absoluto a Daemon
- ¿Cree que Daemon esté distraído por sus tareas actuales y que sus pensamientos y energías se vean ocupados? - pregunto mi padre
- Bueno uno lo esperaría considerando los costos asociados - Respondió aquel Lord
- Entonces consideremos su oro bien invertido Lord Beesbury - Le sonrió de lado mi padre.
No era nada extraño presenciar que como siempre mi padre defendiera ante todos a su hermano.
- Le aconsejó que no permita a esta Triarquia mucha latitud en los peldaños de piedra, su majestad - Interrumpió Lord Corlys - Si esa ruta marina cae arruinará nuestros puertos
- La corona a escuchado su informe Lord Corlys y lo tomará en cuenta - Respondió Otto Hightower o mejor conocido como La Mano
Se creó un momento de silencio donde todos miraban a rey esperando una respuesta, desafiantes hasta que Otto Hightower hablo de nuevo
- ¿Discutimos el torneo del heredero Majestad?
- Eso me encantaría - Respondió animado - ¿El día de la predicción del Maestre es la misma, Mellos?
- Debe entender que esas son sólo estimaciones mi Rey - Respondió un tanto fastidiado - Pero hemos estudiado las cartas lunares y sentimos que nuestra predicción es tan certera como puede ser.
Me acerqué a servirle vino a Lord Corlys sin embargo éste tapó la copa con la palma de su mano demostrando su molestia al haber sido ignorado.
El torneo del Heredero desde hace ya varios días es de lo único que se habla en los pasillos del palacio, me pregunto si está es la forma adecuada de celebrar el nacimiento de un bebé.
Miré a mi padre un momento, hablar acerca de su heredero lo emocionaba llevaba demasiado tiempo esperando un varón y había pasado ya por muchos embarazos de mi madre que no llegaban a término y otros tantos que al nacer el bebé resultaba muerto.
Entendía su desesperación y anhelo por tener un hijo, por poner a ese niño en el Trono de Hierro y nombrarlo el Heredero Legítimo.
Y al mismo tiempo sentía envidia y reencor con los Dioses por haberme hecho mujer y que lo único que se esperara de mi fuera una alianza con alguna casa importante.
Terminé de servir las copas y salí de la habitación.
Ser Harrold me escoltó hasta el salón del trono donde Daemon, mi tío había solcitado mi presencia.
- Pasó por las puertas de la fortaleza roja a primera hora - Dijo Ser Harrold abriendo la gran puerta
- ¿Mi padre sabe que está aquí? - pregunté mirando a los lados
- No - Contestó
Entramos al salón y lo primero que vimos fue a mi tío sentado en el Trono de Hierro de una manera tan natural que incluso daba risa, tenía las piernas cruzadas y una mueca de suficiencia en la cara
- Por los Dioses - Dijo Ser Harrold 
- Está bien Ser - Contesté con una sonrisa restándole importancia
Baje los escalones despacio mientras Ser Harrold cerraba la puerta tras de sí
Él seguía ahí sentado mirándome con atención
- Que estás haciendo aquí, tío - Pregunté en nuestra lengua natal caminando hacia él
- Me siento - respondió desafiante - Está podría ser mi silla algún día
- No si eres ejecutado por traición, no has venido a la corte en mucho tiempo
-  La corte es terriblemente aburrida - Contestó con un resoplido
- Entonces por que regresar - Me detuve justo frente a él
- Escuche que tu padre hará un torneo en mi honor - Respondió divertido
- El torneo es para su heredero
- Fue lo que dije - Se incorporó en la silla y me miró directo a los ojos
- Su nuevo heredero - Respondí con tono burlón
- Hasta que tu madre de a luz un hijo, están atrapados conmigo - Respondió levantándose del trono y bajando los escalones que nos separaban
- Entonces rezaré por un hermano
Llegó hasta mi y me sonrió, hace mucho que no lo veía tenía el cabello hasta el hombro trenzado en una media coleta y estaba segura de que desde la última vez ya había crecido al menos diez centímetros y sin embargo aún tenía que alzar la cabeza para mirarlo
Desprendía un aire salvaje y peligroso, yo lo admiraba desde que tenía memoria y me encantaba escuchar sus historias de guerreros y jinetes de dragón.
Las aventuras que tenía cada vez que se marchaba de King's Landing y los regalos que me traía, más que otra cosa los regalos.
Pero esta vez fue diferente, su cercanía me ponía nerviosa y hacía que me sudaran las manos. No podía controlar mi respiración y me había sorprendido reteniéndola.
Cruce mis manos en torno a mi espalda para disimular el ligero temblor que me provocaba.
- Te traje algo - Respondió con una sonrisa, me detuve un segundo a observar los detalles de su rostro se le marcaban dos oyuelos cuando sonreía y tenía los labios finos.
Extendió su brazo y me ofreció un collar de acero con rubíes incrustados, era de material Valyrio lo reconocería en cualquier lado. Mis ojos brillaron ante la presencia de aquella joya
- ¿Sabes que es? - pregunto mirándome, yo seguía contemplando la preciosa pieza
- Es acero Valyrio, como el de hermana oscura - Respondí
El me arrebató el collar bruscamente y me miró detenidamente
- Date vuelta - Dijo autoritario
Me di la vuelta, mi corazón latía a mil revoluciones por minuto a la espera del rose de sus manos
Hice mi cabello a un lado y me quite el collar de oro que traía sobre mi cuello.
Comenzaba a hiperventilar cuando me tocó, pasó sus dedos por mis hombros y abrochó el collar. Los vellos de mi nuca se erizaron al contacto y no pude evitar tragar saliva
- Ahora tu y yo poseemos una pequeña parte de nuestro linaje - Me susurró al oído
Apreté los puños de mis manos para mantenerme en pie porque no sabía en qué momento mis piernas fallarían y terminaría cayendo
El posó unos segundos de más su mano en mi hombro y se sintió glorioso.
Voltee a mirarlo y me sonrió
- Hermoso
Cuándo llegue a mi habitación me tiré en la cama y solté un resoplido, no sabía que era lo que había pasado o en qué momento había comenzado a sentirme así. Él era mi tío, me había visto nacer, crecer, me había protegido desde siempre y me había mimado desde que tenía uso de razón.
Sacudí la cabeza en negación y enterré mi rostro en la almohada.
Jamás había sentido algo así, como me estremecía con un simple toque suyo, como mi corazón latía desenfrenado.
Mire el techo de mi habitación y me lleve una mano al collar que reposaba en mi pecho, recordaba el momento y lo sentía vívido en las palmas de mis manos.
Cerré los ojos y lo único que vi fue a él, con esa sonrisa de lado que lo caracterizaba y la mueca altanera que tenía siempre.
Los oyuelos en sus mejillas y los ojos violetas que podrían derretir al Norte mismo.
No sabía si podría soportar verlo en el torneo al día siguiente, si tenía las fuerzas suficientes para mirarlo de lejos y desearlo en secreto.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2023 ⏰

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