Carta I

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Era el peor poema que haya escrito alguna vez, tan agrio y mal redactado, cubierto de lágrimas y dolores de espalda, señales de aquellas noches de insomnio donde todo se repetía una y otra vez en mi cabeza.
Aún podía verme, hecha bola en aquella cama, gritando su nombre, gritándole el por qué me tuvo que hacer todo eso, por qué me hacía sentir tan insuficiente. Había leído sus mensajes una y otra vez, escuchando su voz clavarse en mi cabeza cómo agujas.
Qué culpa tenía, sólo tenía 17, buscaba su atención cómo idiota, creyendo que se quedaría conmigo para siempre, tan joven e ingenua.
Quizás sólo tenía que perderlo todo, soltar tu mano y darme cuenta que no importa que tanto me desgaste a mí misma, jamás me mirarás con aquellos ojos agridulces. Jamás cantarás de nuevo esas canciones y jamás volveré a dormir tranquila escuchando tu voz. Creo que lo que más duele es darme cuenta que jamás podré tenerte, que tendré que aceptar toda mi vida que en algún punto del mundo existes y que jamás pude sentir la calidez de tu mano en mi mejilla.
Mi vida estará llena de muchos jamás, porque jamás podré cumplir todo aquello que alguna vez deseé.

Cartas al vacío. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora