No sé cómo le haces para siempre volver a mí, muchos dirían que es un alivio. A este punto no sé cómo definirlo.
Me siento cansada todo el tiempo, cansada de verte ir y venir cada día, cansada de discutir, cansada de esperar que algo vaya a fluir.
Realmente no sé qué será del mañana, tampoco sé si podré tocarte las palmas. Creo que eso me tiene lo suficiente agobiada.
Me mantienes a tu lado, diciéndome que soy el mejor regalo, pero sabes que yo te amo, que no puedo seguir viviendo siendo sólo aquel supuesto regalo. Que me muero por tus abrazos y por esos ojos que me endulzan el alma en los peores días que he pasado.
Eres ese sueño que aparece todas las noches, que me cobija con un beso en la frente y me hace alucinar en ese amor que nunca pude merecer de tu parte. Y ni siquiera puedo culparte, cómo iba a saber que simplemente yo iba a morir por amarte, cómo iba a saber que te irías cada noche a emborracharte. Yo lloraría, yo lloraré cada día, escuchando tus palabras frías que me dicen que me quieres aunque nunca podrías amarme ni un poco a cómo desearía. En el fondo sé que debo dejarte marchar, pero cómo le digo a mi mente y a mí corazón que no serás tú quién me dé la mano al despertar, que jamás veré tus pies recorrer la casa y que jamás descansaré en la paz de tu alma. Cómo le digo al universo que las maravillosas que le cuento sobre ti, sólo serán palabras que redactare en el peor de los cuentos, uno de esos con finales que nos dejan descontentos.
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Cartas al vacío.
PoesíaNo sé medir el amor que te tuve, el dolor que pasé. Pero sé escribir, quizás no tan bien, pero necesito expresar todo lo que me aterra al despertar.